domingo, 8 de abril de 2007

Museos Rentables

Con mucho agrado e interés me he enterado del deseo de estamentos comunales de construir dos nuevos museos en la ciudad de Viña del Mar. Uno, de nombre Artequín, enfocado al público impúber, y otro, de nombre Festivalium, orientado a preservar objetos vinculados con nuestro Certamen de la Canción. Un museo es un lugar o edificio abierto al público donde se conservan colecciones de objetos artísticos, históricos, científicos o de otro tipo, todos de valor cultural, a fin de ser apreciados y estudiados por científicos, turistas, estetas, amantes de aquello expuesto, personas de intelecto indagador, etc. Por tal noble fin, los museos son imprescindibles en nuestro inventario urbano, por lo que requieren ser planificados y gestionados a partir de criterios que los hagan rentables con el propósito de asegurar su existencia y garantizar su adecuado desempeño, sin el cual no se alcanzaría su preciado objetivo.
Cuando afirmo que un museo debe ser rentable, me refiero a que deben ser rentables socialmente y por qué no ser rentables económicamente. La rentabilidad social se obtiene por el hecho de ser capaz de conservar objetos de valor cultural y, a diferencia de una bodega, lograr su exposición a un determinado público, vinculándose directamente con la democratización del conocimiento. Por ejemplo, el Museo del Prado fue concebido por Carlos III como afán propio de un rey de perfil ilustrado cuya actitud era instruir al pueblo español, a través de lo seleccionado y expuesto.
Pero por otra parte, los museos pueden tener una rentabilidad económica. Louvre, MOMA, Guggenheim, Reina Sofía, Tate Gallery, son claros ejemplos de cómo un museo puede entregar utilidades económicas a partir de adecuadas gestiones. Sin embargo, los Museos en Chile no responden a esa realidad internacional. Para qué hablar de los de Historia Natural que luchan para no ser parte de ellos mismos. Cierto es que algunos poseen una adecuada gestión, como el caso del Bellas Artes en Santiago, pero su número de visitantes ha ido en descenso a excepción de cuando se realizan grandes exposiciones como la de Auguste Rodin hace un par de años, o la de Claudio Bravo por la década del ´90.
Entonces nos debemos preguntar: ¿por qué no regir por principios empresariales a nuestros Palacios y Museos? Si aplicamos a los museos principios de marketing, un adecuado manejo financiero e iniciativa directiva podremos lograr preservar y exponer los objetos de mejor forma, aumentar las colecciones, y entregar una mayor comodidad al cliente-visitante.
Doy ideas: los museos deberían tener un directorio que combine especialistas en lo que se conserva y exhibe, y gente de negocios, que entienda cómo hacerlos viables; además ser encabezados por directivos que gestionen su portafolio de objetos, a través de la adquisición de nuevas obras, su intercambio, préstamo, la comercialización de los derechos de las mismas, y, para qué hablar sobre todos los artículos de merchandising puestos a disposición en las tiendas de regalo. De igual forma, sus salas podrían ser alquiladas para fines sociales, e incluso sus bóvedas permiten conservar obras de arte privadas cuyo propietario paga por su seguro almacenamiento. En nuestro país, existen casos exitosos, de naturaleza privada, con colecciones de similar calidad al MAC, como es el Museo de Artes Visuales en la Plaza Mulato Gil de Castro o el Museo Ralli en Vitacura.

Ahora que están en planificación dos nuevos museos para Viña del Mar es cuando nos debemos preguntar cómo serán viables, y de qué manera los principios empresariales los harán operables permitiendo así, la conservación de aquello artístico, histórico o científico que tanto nos deleita y embelesa.