jueves, 25 de junio de 2009

Baja del Dólar

Fue en 2004 ante el inminente ataque de Estados Unidos a Irak que el precio de la divisa americana arrojaba su récord histórico, sobre incluso la barrera de los $750 pesos. Es decir, que a ese precio, existía una demanda por la divisa, personas que estaban dispuestas a comprar asumiendo que su valor iba a aumentar aún más. Y que iba a aumentar dada la incertidumbre mundial.

Es que frente a un escenario riesgoso, el inversionista prefiere poseer liquidez, en este caso, mantener dólares a otro tipo de activos.

Lo contrario sucedió después, ya en tiempos de crecimiento económico mundial. Los inversionistas, como golondrinas, buscaban las tasas de interés más altas para sus depósitos. En América Latina privilegiaron invertir en países como Chile, por su elevada Tasa de Política Monetaria y sabida estabilidad, o en Brasil, cuya Tasa era superior a la chilena pero con los riesgos que implica tal emergente mercado.

De manera paralela, como la economía mundial crecía, el cobre, nuestro principal producto exportador, aumentaba su valor por su exceso de demanda, permitiendo a nuestro país ahorrar como nunca antes. Aunque muchos pensaban que esa era la razón del bajo precio del dólar, Hacienda mantuvo ese dinero fuera de Chile, por lo que la razón de la baja del dólar, la cual llegó hace más de un año a estar bajo los $420 pesos, se debió a diversos factores, tales como los explicados en el párrafo anterior.

Ya en crisis, el efecto péndulo elevó el dólar por razones de incertidumbre internacional, hasta hace un tiempo en que nuevamente el dólar empezó a bajar.

Esta baja tiene muchas explicaciones. Una de ellas es el mejoramiento en las perspectivas de la economía mundial por parte de algunos agentes, y otra que ha causado mucho ruido, la venta de dólares por parte del Banco Central.

Si bien la baja en el precio del dólar tiene beneficios concretos: nivela el alza del precio del petróleo, permite mayores márgenes a los importadores, bajan de precio los productos importados, baja el precio de las materias primas de muchos productos hechos en Chile, facilita que muchos compatriotas viajen de vacaciones o por negocios al extranjero, los estudios de postgrado afuera se hacen más económicos, todo lo que se compre en esta divisa en el extranjero o a través de Internet se hace más barato, y un largo etcétera, las consecuencias sobre el sector exportador son graves.

Y digo graves, porque la empresa exportadora percibe divisas como ingresos, y aunque parte de sus costos, incluido el de capital, puede estar en dólares, la otra parte lo está en pesos. Estamos en una economía abierta, y por ende si no se es competitiva la empresa debería cerrar, es la filosofía que hay detrás, pero sin siquiera argumentar en relación a los despidos que esto significa, ¿puede el sector exportador vivir en función de la enorme volatilidad del dólar?

A mi entender, si Chile se decidió por ser una economía abierta al mundo, más de alguna seguridad frente a estos vaivenes debiese ofrecer a sus exportadores.

lunes, 22 de junio de 2009

Buenos días Sr. Hoyo

Cursi sería llamarles baches, pero la lluvia de estos días sólo ha permitido la reaparición de nuestros clásicos amigos que nos acompañan por nuestros cotidianos caminos.

Cuando por primera vez se recorre una ruta entre un lugar y otro, uno como conductor de un vehículo los desconoce. Cae en ellos, o bien, con cierto riesgo, los va sorteando como si se tratara de un video juego. Con el tiempo, ya los conoces, sabes que en la siguiente curva viene uno, y te corres para un lado, sabiendo que luego, metros más allá, debes desplazarte hacia el otro para evitar caer en el siguiente. A medida que avanzas y no caes en ninguno, pasas a la siguiente etapa, donde es probable que caigas en algún nuevo hoyo, por desconocer las picardías del nuevo camino.

Como son cotidianos, y te acompañan por largo tiempo sin que sean reparados, ya los comienzas a saludar. Mientras los que están camino a mi trabajo les digo “Buenos días”, a los de regreso los saludo con un “Buenas noches”. No puedo negar el morbo que me produce observar, a través del espejo retrovisor, cómo el auto que viene después cae sorpresivamente en el bache por mí esquivado, permitiéndome leer en los labios del conductor molesto, alguna palabra inclasificable por los diccionarios.

Con la lluvia, los hoyos se mimetizan con las pozas, engañando al conductor, y cuando escampa, aquél talla M ahora es XL, apto para producir más daño. Además que con el agua los hoyos de las calles se reproducen, al igual que los Gremlins.

Varias calles de Reñaca, y para qué decir del centro de Viña, poseen gran cantidad de hoyos a la espera de poner a prueba autos diseñados para mercados europeos, norteamericanos o del sureste asiático.

¿Puede una ciudad que “encanta” tener las calles en este estado? Efectivamente puede, pero no debería, sobre todo si se le quiere dar un perfil de ciudad turística. ¿De qué experiencia turística hablamos cuando los autos de los visitantes caen y caen en las fisuras del pavimento? Y cuando hablamos de turistas, la gran mayoría de los “nacionales” llegan por Nueva Aurora y Agua Santa, donde se encuentra la mayor colección de hoyos por kilómetro.

¿Bastará con instalar letreros viales que digan “Pavimento en mal estado”? Sugiero quizás algunos que digan “Hoyo a 10 metros”. Pero cuando hay varios y seguidos, podrían decir “Zona de hoyos”, medida que sin lugar a dudas alertaría sobre los baches y sus inconvenientes.
Creo no estar equivocado en afirmar que si queremos realmente ser una ciudad turística, deberemos preocuparnos de toda la experiencia del visitante en nuestra zona, y no sólo de la oferta gastronómica u hotelera. Si no tenemos infraestructura vial básica, de nada sirve preocuparnos por agregaciones de valor más elevado.

Por mientras, propongo sacarles foto, no para hacer un concurso que busque al más grande, sino para adherir la fotografía con el bache respectivo al mapa de Viña del Mar en Google Earth, y así ubicarlos posteriormente en los GPS de los autos. Total, de aquí a que esta tecnología se masifique, los hoyos aún estarán esperando nuestro cotidiano saludo.

lunes, 15 de junio de 2009

¿Fuiste a Viña y no conociste el Reloj de Flores?

“No hay nada menos criterioso que preguntarle a quien regresa de un viaje si visitó tal cosa o hizo aquello que era supuestamente fundamental, bajo la equivocada premisa de que eso olvidado es imprescindible para entender la totalidad del destino”.

Piero Moltedo Perfetti
MBA, Universidad Carlos III de Madrid
Director Escuela de Negocios, UVM

Al igual que la observación de una obra plástica, los viajes poseen tres etapas. Cuando uno camina por una galería de un museo y se encanta con un cuadro, ése es su primer momento. Posteriormente, uno se acerca a ver detalles, cosas que le impresionan, las pinceladas, etc., para posteriormente tomar distancia y verlo, sentirlo como un todo. Emocionarse a la distancia.

Con los viajes sucede lo mismo. Primero una preparación o planificación (al menos en su itinerario básico), después el viaje en sí, y posteriormente el regreso. Esta última etapa posee la gracia de mantener el espíritu bajo el don de la ubicuidad, sentir que se está aquí, en medio de la vaguada costera y simultáneamente en la Plaza Roja de Moscú, o en algún archipiélago polinésico, en una confortable habitación estilo palafito, donde la única preocupación es saber si el color del mar es calipso o turquesa. Esta ubicuidad posee la tristeza de reencontrarnos con nuestra cotidianidad y la gentileza de recordar los merecidos asombros de los destellos propios de la experiencia lograda.

Mi amiga Paulina está justamente viviendo esta etapa. Tras algunas semanas en diferentes ciudades de Estados Unidos, ya está logrando asumir que finalmente los viajes son experiencias para el espíritu, amplitudes de horizonte para la mente, y en general, mucho más que los magnetos multicolores que ahora adornan su refrigerador.

Sin embargo, su ajustada agenda la llevó sólo un día a Nueva York. ¡Un día en Nueva York! ¿Qué haría usted sólo un día en Nueva York? Yo al menos me iría del aeropuerto al MoMA, entraría a la sala de los Highlights y me quedaría nuevamente asombrado por “Las Señoritas de Avignon” de Picasso, bello cuadro sin perspectiva que produjo más de algún enojo a la señora del pintor, y por supuesto me detendría frente a la “Noche Estrellada” de Van Gogh, que genera en tu mente un mareado placer extático que su lámina es incapaz de traspasar. Luego en la 42 con Broadway tomaría el típico bus de dos pisos que recorre toda la ciudad. Pasaría por fuera del Empire State y me bajaría en el Battery Park para ver la Estatua de la Libertad. De ahí, caminaría por el centro financiero (hay un cementerio muy bello cerca de la Bolsa de Comercio). La foto con el toro. Y pasaría la tarde en el Central Park. Me preguntaría: ¿dónde van los patos en invierno? Cuestión que jamás respondió Holden Caulfield, y que llevó a un cualquiera a asesinar a Lennon. Por la tarde, frente al Hotel Plaza, visitaría el mini zoo del Central Park y descansaría observando, bajo la superficie, el pelaje del oso polar al nadar de un lado hacia el otro, como la monotonía típica que me espera de vuelta en Chile.

Paulina en cambio, no siguió mis consejos, sino que contrató desde Chile un tour Full-Day: el tour de “Sex and the City”. Éste consiste en recorrer en un bus las diferentes locaciones donde se filma tal popular serie de televisión, durante todo el día, con el sacrificio de no poder recorrer el enorme listado de lugares turísticos que Manhattan ofrece. Qué tour más absurdo dirá usted.
Bien por ella, pienso. El problema ha sido en su retorno. Todos le preguntan: ¿Fuiste al Museo de Historia Natural? ¿Cruzaste el puente de Brooklyn? ¿Fuiste a ver un musical a Broadway? No hay nada menos criterioso que preguntarle a quien regresa de un viaje si visitó tal cosa o hizo aquello que era supuestamente fundamental, bajo la equivocada premisa de que eso olvidado es imprescindible para entender la totalidad del destino.

¿Fuiste a Río de Janeiro y no hiciste el tour de las Favelas? ¿Fuiste a Buenos Aires y no entraste al Jardín Japonés? ¿No cenaste en el Ristorante Italiano de Sao Paulo? ¿A Guayaquil sin conocer la plaza de las Iguanas? ¿Fuiste a Barranquilla y no entraste al edificio Miss Universo? ¿Visitaste México sin conocer el museo de las momias de Guanajuato? ¿Fuiste a Orlando y no entraste al Jardín de Orquídeas? ¿En San Diego no fuiste al Zoo? ¿No entraste al show de los tigres en Las Vegas? ¿Estuviste en Inglaterra y no te tomaste un trago en el bar de los Beatles? ¿Y en Rapallo no conociste el Santuario de la Madonna de Monteallegro? ¿En Roma no viste la estatua del Moisés? ¿No me digas que no conociste en Paris la tumba de Jim Morrison? ¿Fuiste a Bratislava y no conociste el castillo sobre el Danubio? ¿Visitaste Sudáfrica y no fuiste a Cape Town? ¿No conociste en Beijing el templo a Hotei? Por último, ¿viste las puertas del Parque General San Martín en Mendoza? Entonces no conociste nada. ¿Acaso quien no visitó el Reloj de Flores no conoció Viña del Mar?

Con el tiempo, y es lo que he recomendado a mi abrumada Paulina, uno debe viajar dónde quiere y a conocer lo que quiere. Siempre aparecerá quien sólo quiera demostrar que realmente él conoció el destino, cuando lo importante es recatar de cada lugar que se visite, aquello que tu mente y espíritu necesitan, para regresar a tu origen manteniendo la anhela ubicuidad que el pensamiento global necesita, y la curiosidad individual obliga.

miércoles, 10 de junio de 2009

Economía en Año Electoral

Si bien son muchas las razones que tiene una ciudadanía para mejorar o empeorar sus niveles de satisfacción con sus gobernantes, aquellos aspectos referidos a la economía tienen una importancia gravitante para un grupo importante de personas.

Pero estos aspectos los podemos dividir en dos grandes grupos, aquéllos vinculados a los indicadores de la macroeconomía nacional, y ella como parte de un todo internacional; y un segundo grupo orientado a la propia realidad que al ciudadano le toca vivir, a su situación particular.

En cuanto a los indicadores macroeconómicos, éstos se traducen en una percepción más optimista o pesimista del futuro. Las personas se informan, escuchan, leen, se enteran de lo que está sucediendo y en función de esto asume una actitud de mayor o menor ánimo con respecto al corto y mediano plazo en materia económica.

Por otra parte, el ciudadano vive, trabaja, compra, vende, tiene un negocio, se mueve en un círculo de familiares y amigos, y va concluyendo si su situación económica, y la de su entorno inmediato, es buena, regular, o “mala”.

No necesariamente una situación de crisis macroeconómica conlleva a una situación individual negativa, así como en una pujante economía existen situaciones de personas con severos problemas financieros.

Este análisis puede servirnos para entender cómo los ciudadanos reaccionan en una crisis económica frente a su intención de voto en año electoral. Se podría pensar que cuando las variables macroeconómicas son negativas y el pesimismo reina, entonces el voto se debería inclinar hacia la oposición del gobierno de turno, pero esto no necesariamente es así. Un grupo importante de personas busca ante una crisis económica la seguridad del Estado, que por cierto se identifica con el gobierno, en vez de la alternativa de oposición generalmente con un discurso asociado “al cambio”. Esto, porque frente al riesgo los votantes buscan seguridad, siempre y cuando el gobierno demuestre un manejo adecuado de la crisis.

A mi entender, la crisis económica y el adecuado manejo de ella por parte del gobierno se ha traducido en una gran oportunidad electoral para dar continuidad a la Concertación, no como fue el estrecho margen de la elección presidencial realizada en medio de la crisis asiática, donde el descontento económico, y de su mal manejo, se traducía en aceptar el riesgo del cambio. En vez de lo que sucedió en dicha crisis, hoy incluso hay voces que proclaman al Ministro de Hacienda como potencial candidato.

Sin embargo, los niveles de desempleo e inflación despiertan dudas en torno al escenario económico para diciembre. El desempleo puede aumentar y la inflación podría aparecer, fruto del aumento del precio del petróleo, lo que podría generar turbulencias severas al candidato de la concertación.

El candidato de la Alianza entonces, debería generar propuestas concretas en relación al desempleo, a fin de entregar seguridad a quienes individualmente lo estarán pasando mal, alrededor de 500.000 ciudadanos. El desempeño del gobierno y la estrategia del candidato de la Alianza buscarán convencerlos.

Capital Humano Regional

Asumir que la contribución a la Región, por parte de las instituciones de educación superior, se limita sólo a la captación de estudiantes foráneos para así concadenar una serie de actividades económicas, es limitar la visión sobre su real aporte.

Su objetivo fundamental se enfoca en la generación de nuevo conocimiento y de formación de personas, pilares del desarrollo de una zona. Por lo mismo, nuestra Región, que posee una alta concentración de instituciones de educación superior debiese tener una ventaja competitiva en la formación de capital humano para el desarrollo regional.

La emigración, de parte importante de los egresados hacia Santiago, revela no sólo que la capital concentra mayores oportunidades, sino que los perfiles de titulado y los planes de estudio conducentes a ellos, no incorporan debidamente las necesidades propias del desarrollo regional, ni la identidad.

De incorporarlas, no cabe duda que el tejido empresarial de la Región se potenciaría, generando así, el tan anhelado desarrollo.