lunes, 26 de octubre de 2009

Símbolos de la Crisis

Tenemos tantas cosas de qué preocuparnos que la mente humana se caracteriza por focalizarse en pensamientos que logren simplificar complejidades. Esta idea es la que sustenta toda la Teoría del Posicionamiento y que es útil para analizar, a fin de cuenta, cuáles son los símbolos principales de la crisis financiera, ya que toda crisis económica es recordada por dos o tres hechos en la memoria colectiva de la sociedad que la vivió.

Por ejemplo, la crisis de principios de los ’80 es recordada por la mayoría de quienes la vivimos, principalmente por la quiebra de bancos, la devaluación brusca del peso y los programas de empleo PEN y POJ.
¿Cómo será recordada la crisis financiera internacional? Si bien la pregunta será respondida definitivamente cuando ésta sea historia, sí se puede augurar tres hitos.

A nivel internacional, claramente la quiebra del cuarto banco de inversiones más grande de Estados Unidos, Lehman Brothers, y sus 60.000 millones de dólares en incobrables, hizo en septiembre de 2008 que los mercados bursátiles cayeran estrepitosamente, con bajas similares a las de 2001 con el atentado al World Trade Center de Nueva York.

El segundo hecho que a mi juicio también recordará la crisis es el caso Madoff. Tres meses después de la quiebra de Lehman Brothers se descubrió al mayor estafador económico de la historia de la humanidad, Bernard Madoff, quien timó a grandes inversionistas de muchos países por la suma de 50.000 millones de dólares.

Un tercer hito, a nivel país, es la paralización del proyecto Costanera Center en Santiago. Se erigía como el emblema del desarrollo de Chile en el contexto de nuestra sólida economía en pleno bicentenario. Tal era el tamaño del proyecto, que consideraba un centro comercial, centro médico, hotel de lujo y cuatro torres de oficinas, una de ellas se convertiría en la más alta de Sudamérica. Su paralización fue por etapas, hasta que Cencosud, holding propietario del proyecto, decidió detener la construcción. Con esta decisión, miles de trabajadores quedaron cesantes, así como se dañó la actividad económica de cientos de empresas que de alguna u otra manera eran partícipes a través de sus actividades comerciales en la cadena productiva necesaria para el desarrollo del proyecto inmobiliario.

No cabe duda que hoy con el escenario económico más positivo, Costanera Center se reactivará, apoyado también por un Gobierno que le interesa, a como de lugar, que antes de las elecciones presidenciales este símbolo de la crisis esté nuevamente en construcción. Su activación por etapas, suavizará la generación de un exceso de oferta de oficinas en Santiago, que impulsará a los otros grupos económicos a desarrollar proyectos inmobiliarios en regiones, como será el que se elevará en las ex petroleras en Viña del Mar, y que será símbolo del desarrollo de la Región.

lunes, 19 de octubre de 2009

¿Para qué innovar?

Según dicen, Albert Einstein respondió esta pregunta de la siguiente forma: “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Aunque parezca extraño, muy a menudo las personas reiteramos nuestros actos a la espera de obtener diferentes consecuencias, negando el cambio, la hibridación, la evolución de nuestras acciones hacia otras. Como que no nos permitimos cuestionar la estrategia ya fallada.

El anhelado desarrollo económico de nuestra Región se logrará, no sólo a partir de la competitividad y productividad, sino además por la innovación a nivel de cada uno de sus habitantes y de las empresas donde ellos laboran.

Se puede avanzar en la productividad y competitividad de los factores involucrados, pero es en la innovación donde se puede aprovechar muchas oportunidades. Plantearse si continuar haciendo lo mismo es el camino correcto, es el primer paso para un proceso de innovación, que incluso puede implicar reformulaciones en procesos exitosos, pero que conllevan a resguardar la competitividad en el mediano plazo.

Para aquello se requiere que las personas estén culturalmente orientados hacia la innovación, ya que mientras más desarrollada sea la capacidad de innovar de una población, más competitivo será su tejido empresarial, y mayor su desarrollo económico, implicando entre muchos beneficios la generación de empleo sostenible.

Obviamente el Estado tiene en esta materia un rol importante, pero resulta fundamental que exista un compromiso también por parte de las empresas para incentivar la innovación no sólo en los procesos productivos, sino en las personas que trabajan en ellas, así como también de los centros de educación superior en la generación de profesionales y técnicos que sean innovadores, que logren cuestionarse lo cotidiano, vislumbrar que cada cosa o cada acto se puede hacer mejor.

Es por lo mismo, que la Comisión Universidad – Empresa de la Asociación de Empresas de la V Región (ASIVA), organizó el Seminario “…¿para qué innovar?” que se desarrollará el jueves 29 de octubre en la Universidad Adolfo Ibáñez, donde no sólo se busca indagar en la respuesta a esta pregunta a través de la exposición de Carlos Osorio, justamente director del Master en Innovación de la UAI, sino además exponer casos exitosos como el de “Aerodomo”, firma incubada en el Instituto Internacional para la Innovación Empresarial (3IE) de la Universidad Santa María que desarrolla estructuras presostáticas; y el de “Natural Response” que produce extractos naturales de plantas chilenas como el Quillay, que le llevó a obtener el Premio Nacional de la Innovación Agraria otorgado por el Ministerio de Agricultura de Chile en 1999 y el Premio Avonni a la Innovación 2009 entregado por el Foro Innovación, TVN y El Mercurio.

Es de esperar que esta iniciativa generada por la Comisión Universidad – Empresa de ASIVA permita dar un impulso a la innovación, en el marco del desarrollo competitivo y productivo de la Región.

martes, 13 de octubre de 2009

Atefobia

Internet es el lugar ideal para los curiosos intelectuales, aquéllos que crecieron sin computador leyendo y releyendo la enciclopedia de la casa. Claro que a diferencia de tales libros, no necesariamente lo escrito en Internet es correcto o fidedigno. Aún así, es un gusto aprender curiosidades que pueden complementar ideas o pensamientos.

Por ejemplo, revisando algunas páginas descubro que existen personas que le tienen temor a cosas muy raras, y que además, cada fobia tiene su propio nombre. Hay algunos miedos que a mí al menos me cuestan comprender como la botanofobia (miedo a las plantas) o la latrofobia (miedo a los médicos) o la vestiofobia (miedo a la ropa). Comprensible es la balistofobia que es el miedo a las balas. Creo que sufro de cacomorfobia.

En Google, si usted escribe “fobia a la” el buscador le sugiere dos alternativas inauditas, la “fobia a las palabras largas”, e inexplicablemente (disculpe la longitud de aquélla) aparece la “fobia a la gente”, que por cierto que debe ser compleja de atender y tratar.

De esta forma, y con algo de ocio como se dará cuenta, descubrí la atefobia o miedo a la ruina. ¿Cuántos de nosotros poseen este temor? A mi juicio bastantes, por algo en parte existe el nivel de competitividad actual y la necesidad de eficiencia y productividad que lleva, en niveles exagerados, a muchos a desarrollar cuadros de stress, como la ansiedad por asegurar el futuro, trabajando en exceso y ahorrando en demasía. Difícil se hace controlar todas las variables que pueden intervenir en nuestro destino financiero, pero muchos a costa de su propia tensión lo intentan. Y sin éxito. Una nueva debacle financiera como la de 2008 es altamente probable que se repita en el mediano o largo plazo, y está, claramente, fuera de nuestro control individual evitarla.

Lamentablemente en la pasada crisis financiera el número de suicidios fue enorme. Personas que viendo que su situación económica ya no sería la óptima de antes, optaron por dejar de vivir. Desesperación por perder lo material. ¿Miedo a la ruina? Yo diría que es miedo a la pobreza.

Ser pobre, bajo los parámetros culturales generalizados, es una catástrofe. El dinero en un país pobre o en vías de desarrollo permite no sólo comodidades, sino el acceso a una educación mejor y a una atención en salud digna. Para muchos el mejor aliciente para emprender, innovar, trabajar, producir o competir es que exista la alternativa de la pobreza, quizás incluso el modelo económico requiere de su existencia como un riesgo latente para incentivar el crecimiento.

Sin embargo, no podemos dejar pasar nuestra vida focalizados sólo en asegurarnos el porvenir. Basta con darnos cuenta que la mayor cantidad de experiencias negativas de nuestras vidas no estaban en nuestros planes, fueron impredecibles, y las que estaban planificadas jamás ocurrieron, sólo atormentaron nuestros pensamientos. Por lo mismo, pensar que podríamos caer en la ruina es someternos a la ineficiencia de los miedos, de no vivir el presente y no tener la autoestima necesaria como para darnos cuenta que somos capaces de salir adelante, como ya cada uno de nosotros se lo ha autodemostrado en más de alguna ocasión.

No darnos cuenta de nuestro presente es postergar alegrías, asumiendo erróneamente que éstas se pueden posponer para disfrutar en un futuro. No existen los depósitos a plazos de satisfacciones, o los fondos mutuos de goces. No podemos ahorrar alegrías. Debemos gastarlas. Sobregirarnos de felicidad.

Por lo mismo, parte del deber también es equilibrar el trabajo con el disfrute y el ocio. Olvidarnos de la eventual ruina, es otorgarnos cordura en este mundo cada día más lleno de angustias y miedos.

viernes, 9 de octubre de 2009

Inflación Post Crisis

Por cierto que el título ya es optimista, porque se apoya en la confianza, hoy más generalizada, de que la crisis está siendo historia, y descarta horizontes más pesimistas que afirman una eventual réplica a la crisis financiera durante los próximos cuatro meses. Independiente de ese funesto escenario, las economías del mundo están demostrando situaciones más favorables en materia de consumo.

Esta mejora relativa en los niveles de consumo ha implicado en ciertas economías que los inventarios de algunos productos ya se acaben, y que la producción aumente, necesitando los insumos requeridos y alentando la economía. Esto, junto a otras razones, ha implicado que países muestren disminuciones en su deflación, o cambien ya a escenarios de inflación.

La economía chilena ha expuesto un escenario deflacionario en 8 de los últimos 10 meses, para ahora obtener una inflación mensual correspondiente a septiembre de un 1%, impulsado por el alza de un 60% de los productos que conforman la extensa canasta de la muestra. Sin embargo, muchos de estos productos tienen una importancia relativamente baja, como es el caso de las “sandalias para mujer”, bien que mostró la mayor alza en su precio, y que lleva a deducir entonces, que la inflación se concentró en pocos productos, principalmente en el aumento de los precios de la energía (tarifas eléctricas y bencinas), transporte (vinculado al anterior y propio del mes de septiembre) y a los precios de los nuevos vehículos, que frente a un agotamiento temprano de los stocks disponibles, las distribuidoras automotrices eliminaron los bonos de descuento que fueron parte de sus tácticas de comercialización en crisis.

El escenario inflacionario hoy es visto positivamente. En palabras simples, frente a una deflación las familias postergan decisiones de consumo, ya que el precio de aquello a comprar disminuirá por el simple paso del tiempo, mientras que en un escenario inflacionario la situación es al revés. Si a eso se le agrega las tasas de interés muy bajas y el optimismo reflejado en los diferentes estudios de opinión, el consumo debería aumentar sustantivamente.

Esta situación, hará que tarde o temprano el Banco Central eleve la tasa de interés, como ya sucedió en Australia, cuya recuperación ha sido sorprendente apoyada en su sólido sistema financiero.

Sin embargo, la situación chilena es diferente. Las causas de la inflación de septiembre no se repetirán ni en octubre ni en noviembre, mas el precio de los combustibles está disminuyendo, por lo que se podría anticipar ambos meses con deflación. Por lo mismo, difícilmente el Banco Central aumentará la histórica tasa de 0,5%, al menos durante 2009 e incluso a lo largo del primer trimestre de 2010, esperando un aumento a un 1% para abril y así sucesivamente para finalizar 2010 con una Tasa de Política Monetaria de alrededor de 5%.

Es de esperar que esta gestión permita incentivar el consumo, la producción y el empleo, ya que es este último la peor herencia que nos está dejando la crisis.