lunes, 28 de octubre de 2013

Promesas populistas

En Chile existe una suerte de duopolio político, quien sabe incluso potenciado por el sistema de primarias, donde los candidatos presidenciales con mayor probabilidad de triunfar siempre cuentan con el respaldo de los mismos dos grandes bloques de partidos políticos. Adicional a estos aspirantes, el sistema admite la aparición de otros, con menor o nula opción de éxito, que inspirados en un supuesto espíritu democrático el oligopolio los aprueba en existencia. Interesante resulta analizar las propuestas de los postulantes presidenciales puesto que mientras mayor es la probabilidad de victoria, mayor es el realismo de sus palabras, a tal punto – y en extremo – que quien se siente ya vencedor prefiera callar y omitir antes de afirmar o negar. Luego, de no contar con posibilidad de vencer, para cualquiera es fácil prometer aquello impracticable e inverosímil, o bien criticar públicamente a quien calla en aliños por tener el peso de sus pies en la tierra y el registro de prensa y oposición. Una matriz energética basada en los rayos del sol o en la brisa marina, aumentos generalizados de sueldos y empleo para quien desee, jubilaciones adicionales, educación y salud de alta calidad, gratuita y para todos; y simultáneamente disminución del IVA, eliminación de gravámenes para muchos productos, rebaja del impuesto de los combustibles, y de los tributos a la clase media y PyMes, y un sinfín de ideas de gran atractivo, masivo y popular, son ejemplos de ofertas que bien podrían ser consideradas como “cabezas de pescado” por quien conoce técnicamente cada uno de los temas. Adicional a la naturaleza insostenible de estas propuestas, para su implementación se debe agregar la dificultad de que quienes las pronuncian tampoco tendrían el apoyo legislativo requerido para implementarlas, por lo que el decirlas sólo provoca olas en un mar ya bastante agitado, y que a ellos le reportan popularidad a cambio de generar falsas expectativas e insatisfacciones en sus creyentes e idealistas electores. Sin embargo, las candidaturas fuera del oligopolio, y el apoyo que éstas reciben por parte de ciudadanos, iluminan en torno a lo apartado que se hallan los proyectos de gobierno elegibles, del real querer de estos segmentos de la población, que al no identificarse con estos dos grandes grupos, buscan en terceros el reflejo de su sentir, el espacio para el país que imaginan. De ser ésa la intención de estas candidaturas, bienvenidas entonces en estos propósitos, pero resulta fundamental en el mediano plazo que los partidos políticos alberguen las necesidades y expectativas reales de la ciudadanía, a fin de evitar que candidatos populistas y demagogos logren importancias inadecuadas por las debilidades propias de nuestro sistema democrático.

Promesas populistas

En Chile existe una suerte de duopolio político, quien sabe incluso potenciado por el sistema de primarias, donde los candidatos presidenciales con mayor probabilidad de triunfar siempre cuentan con el respaldo de los mismos dos grandes bloques de partidos políticos. Adicional a estos aspirantes, el sistema admite la aparición de otros, con menor o nula opción de éxito, que inspirados en un supuesto espíritu democrático el oligopolio los aprueba en existencia. Interesante resulta analizar las propuestas de los postulantes presidenciales puesto que mientras mayor es la probabilidad de victoria, mayor es el realismo de sus palabras, a tal punto – y en extremo – que quien se siente ya vencedor prefiera callar y omitir antes de afirmar o negar. Luego, de no contar con posibilidad de vencer, para cualquiera es fácil prometer aquello impracticable e inverosímil, o bien criticar públicamente a quien calla en aliños por tener el peso de sus pies en la tierra y el registro de prensa y oposición. Una matriz energética basada en los rayos del sol o en la brisa marina, aumentos generalizados de sueldos y empleo para quien desee, jubilaciones adicionales, educación y salud de alta calidad, gratuita y para todos; y simultáneamente disminución del IVA, eliminación de gravámenes para muchos productos, rebaja del impuesto de los combustibles, y de los tributos a la clase media y PyMes, y un sinfín de ideas de gran atractivo, masivo y popular, son ejemplos de ofertas que bien podrían ser consideradas como “cabezas de pescado” por quien conoce técnicamente cada uno de los temas. Adicional a la naturaleza insostenible de estas propuestas, para su implementación se debe agregar la dificultad de que quienes las pronuncian tampoco tendrían el apoyo legislativo requerido para implementarlas, por lo que el decirlas sólo provoca olas en un mar ya bastante agitado, y que a ellos le reportan popularidad a cambio de generar falsas expectativas e insatisfacciones en sus creyentes e idealistas electores. Sin embargo, las candidaturas fuera del oligopolio, y el apoyo que éstas reciben por parte de ciudadanos, iluminan en torno a lo apartado que se hallan los proyectos de gobierno elegibles, del real querer de estos segmentos de la población, que al no identificarse con estos dos grandes grupos, buscan en terceros el reflejo de su sentir, el espacio para el país que imaginan. De ser ésa la intención de estas candidaturas, bienvenidas entonces en estos propósitos, pero resulta fundamental en el mediano plazo que los partidos políticos alberguen las necesidades y expectativas reales de la ciudadanía, a fin de evitar que candidatos populistas y demagogos logren importancias inadecuadas por las debilidades propias de nuestro sistema democrático.