viernes, 12 de septiembre de 2008

Inflación sobre Inflación

Acostumbrados a inflaciones anuales bajas, los chilenos hemos olvidado cómo convivir con alzas sostenidas en los niveles de precio.

Mucho ya se ha escrito y analizado sobre los perjuicios que representa para los diferentes sectores de la población, y en sus diferentes roles (empresario, trabajador, consumidor), una inflación anual cercana al 10%. Pero se ha dejado de lado, a mí entender, un factor relevante en todo proceso inflacionario y que contiene una componente psicológica importante.

En palabras simples, cuando existe un exceso de demanda de bienes o servicios, y/o un déficit en su oferta, el precio de éstos tiende a subir. A raíz de aquello, la muestra representativa de productos que utiliza el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) sufre un aumento en su “precio”. Tal variación representa el Índice de Precios al Consumidor o IPC. Este índice es el que se utiliza para calcular la variación que tendrá la Unidad de Fomento (UF) durante el mes siguiente.

Por tal motivo, cuando existe inflación la UF aumenta, y con ella, todos los productos cuyo precio se fijan en UF, tales como las viviendas, cuotas de créditos, entre muchos otros. Adicionalmente, hay productos cuyo precio no está fijado en UF, pero se reajusta su valor en determinados períodos de tiempo según el IPC correspondiente, como son los arriendos, los aranceles educacionales por nombrar algunos ejemplos. Una vez reajustados los precios utilizando cualquiera de los dos métodos, este nuevo aumento influye a su vez en elevar nuevamente el nivel de precios de la economía produciendo nuevamente inflación.

En palabras simples, esta inflación sobre inflación es lo que se denomina “efectos de segunda vuelta” o “de segunda ronda”, la cual es muy perjudicial ya que es parte del ajuste de los mercados hacia el equilibrio pero siempre de manera alcista, hasta que su efecto se diluye poco a poco.

Sin embargo, existe un aspecto psicológico importante cuando se está en un estado inflacionario, y que agrava los “efectos de segunda vuelta”. Muchas empresas a la hora de fijar el nuevo precio de los productos que vende, bajo la percepción de convivir en un escenario inflacionario o simplemente por trabajar con valores más cómodos, “redondean” los precios hacia arriba. Situación similar sucedió en Europa a medida que los países cambiaban sus monedas al Euro.

Por otra parte, algunos empresarios sin tener necesariamente un aumento en sus costos equivalentes al IPC, aprovechan la situación de manera oportunista para elevar los precios y así sus márgenes. Esto por ejemplo, fue lo que se observó hace un tiempo con el precio de las frutas y verduras en algunos establecimientos.

Por tanto, si la inflación ya es perjudicial para la economía y para todos los que participamos en ésta, “los efectos de segunda vuelta” pueden seguir produciendo un deterioro en todos los actores de la economía en un plazo posterior. Esperemos entonces no acostumbrarnos a convivir con inflación.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Hablar Inglés

Quizás son sólo mitos urbanos, vaya usted a saber (“you go to know”), pero conocidos son los casos de un supuesto ejecutivo nacional que recibe una delegación de empresarios estadounidenses.

El chileno los atiende en su oficina muy gentilmente y asumiendo que su inglés era perfecto les dice a los extranjeros: “Between no more” pensando que les decía “Entren no más”, para después invitarlos a tomar asiento con la frase “and drink a chair please!” (¡y tomen asiento por favor!). Posteriormente, los invita a comer una “empanada” diciéndoles: “Please, eat a in-bread-nothing”. Para después introducir el tema de la reunión diciéndoles “to another thing butterfly” (a otra cosa mariposa).

También se cuenta de una señora que en los años ’80 de viaje por Los Ángeles, California, en la sección de electrodomésticos de una multitienda le indica a la vendedora que desea comprar un “Electric Pig”, a los cual la dependiente le precisa que ese producto sólo podría estar en la sección de juguetes y no ahí donde vendían enceradoras. A lo cual la señora le responde: “Are you drinking my hair?” (¿Me está tomando el pelo?).

Es que cada día se hace más imprescindible “saber inglés”, o mejor dicho “hablar inglés”. El inglés ya no sólo es fundamental para hacer negocios, sino también es utilizado por los deportistas, artistas y en general todo aquél que debe interactuar con angloparlantes, o que, independiente de su idioma natal, han aprendido hablar inglés como factor común de comunicación internacional.

Nuestros jóvenes, adolescentes y niños aprenden fácilmente este idioma porque a través de Internet, las series de televisión por cable, los musicales de Disney para teens, los juegos de PC o Nintendo, o los artefactos tecnológicos de diversa índole que ellos utilizan los familiarizan con el vocabulario y la pronunciación propia del inglés.

Aún así, es fundamental que la estrategia para lograr hablar inglés considere diversas tácticas, desde las tradicionales y fundamentales clases de gramática, hasta la inmersión del estudiante en un contexto donde todos hablen inglés.

Por lo mismo, de un tiempo a la fecha, se han popularizado los viajes a Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda de estudiantes de educación media o universitaria. Muchos alumnos míos han tenido esa experiencia donde finalmente logran un inglés bastante fluido. Es que desde luego la inmersión completa en otro idioma permite entender incluso la pronunciación más compleja.

Todos aquéllos que tenemos a nuestro cargo y responsabilidad la educación de las nuevas generaciones debemos poner especial énfasis en que nuestros estudiantes logren dominar al máximo este idioma. En tal sentido, los convenios internacionales y el intercambio pasan a ser pieza fundamental de las estrategias de enseñanza-aprendizaje. Entonces, ¡a perfeccionar nuestro inglés, “for if the flies!” (¡Por si las moscas!).