domingo, 28 de octubre de 2007

Inflación y Pobreza

En los últimos meses se han percibido IPC altos debido a muchos factores, y pese a que el bajo valor del dólar ha abaratado a los productos importados (como el petróleo) y a todos los bienes y servicios que utilizan materia prima extranjera. El Banco Central había proyectado una inflación cercana al 5,5%, meta difícil de alcanzar, salvo que noviembre o diciembre presenten IPC incluso negativos. Esta situación se ha traducido en que todos, de alguna u otra forma, hemos debido variar nuestra propia canasta de consumo, para no vernos afectado de sobre manera.


Sin embargo, los cambios que hemos debido realizar como consumidores, se ven notoriamente marcados por el ingreso económico de cada familia, puesto que mientras más adinerada es una persona, menos impacto ha tenido la inflación en su consumo. Esta situación, en términos simples, se produce por tres razones: un ingreso alto, permite atenuar el impacto de la inflación, debido a que la familia puede dejar de ahorrar y continuar consumiendo la misma canasta sin ningún tipo de restricciones; adicionalmente, la importancia del aumento en los precios de determinados bienes es pequeña en relación a su ingreso total; y por último, los bienes que más han subido su precio tienen una relevancia menor en su canasta, ya que adquieren una amplia gama de productos, donde sólo algunos han subido de valor. De hecho, los bienes que más han aumentado su precio, tienen una alta importancia en las canastas de las clases más pobres.


Por tal razón, el senador José García, miembro de la Comisión de Hacienda ha reflexionado que el IPC de las clases más pobres, podría ser cercano al 25%. Difícil de saber si realmente es tan alto, pero la inflación de todas maneras ha afectado a los más pobres. Esta situación debería incentivar aún más el diálogo en materia social, la que a mi juicio no debiese centrarse en establecer un salario ético en $250.000 pesos, monto que podría ser más alto o más bajo, sino en cómo la economía, es decir, el país, proporciona oportunidades para que los más pobres puedan progresar. El desarrollo económico de un país, se aprecia mejor en la igualdad de oportunidades de sus ciudadanos, y no en la concentración de la riqueza, la que no permite el fortalecimiento de la paz social, que hoy necesitamos.