domingo, 27 de mayo de 2007

Televisión versus Internet

Durante las últimas semanas, en diversos programas de televisión, tales como noticieros, matinales, otros de contenido variado, etc., se han mostrado imágenes descargadas de sitios de Internet como www.youtube.com, primero jóvenes mentecatos al volante por autopistas urbanas a garrafal velocidad, y posteriormente, adolescentes acosando y hostigando a compañeros de colegio, en una suerte de matonaje escolar, en lo que anglosajonamente se ha definido como bullying.
No es de extrañar que quienes deciden los contenidos en Televisión, se hayan obligado a recurrir a Internet a fin de buscar recursos programáticos para sus emisiones. Esto, porque hace aproximadamente un lustro atrás, cuando Internet ya había logrado una fuerte masificación en los hogares chilenos, al menos en los correspondientes al segmento socioeconómico medio – alto y alto, definido como ABC1, nuestra televisión local se daba cuenta que la real amenaza en términos de rating no estaba dada por los canales internacionales “alojados en el cable”, y menos aún por los otros canales de televisión abierta, sino por Internet.
Efectivamente, el principal competidor hoy de la Televisión es Internet. Considere usted, señor lector, que por diversas razones todos poseemos un tiempo limitado de entretención y divertimiento al día. Tres horas, cuatro, cinco como máximo. Pues bien, durante ese tiempo, usted puede cenar, ir al gimnasio, cocinar, salir con sus amigos, disfrutar de sus hijos, “pololear”, pasear al perro, leer un libro, ver televisión y/o navegar por Internet.
Por tanto, todas esas actividades compiten por su tiempo. ¿Cómo hacer que usted dedique más tiempo a ver un programa de televisión que al resto de actividades? O bien, ¿cómo hacer de usted un visitante más asiduo a una determinada web page?
En tal competencia, la televisión tiene mucho que perder, puesto que Internet ofrece una absoluta interactividad, la que incluso se traduce en que son los propios concurrentes los que en un inicio realizaron sus propias páginas web, después sus blogs o bitácoras personales, posteriormente sus fotologs, donde comparten sus propios contenidos fotográficos, hasta incluso, sitios web como el citado al principio, donde los internautas producen su propio material audiovisual, es compartido al resto, inclusive pueden ganar dinero en la medida que lo filmado sea de “valor”, generalmente por su naturaleza humorística, violenta, osada o erótica.
Por su parte, los programas de televisión han buscado competir con Internet a través de la búsqueda de la interactividad. Aprovechándose de la tecnología presente como la telefonía móvil e invitan a participar votando por el cantante ganador, el bailarín con menos gracia, la mujer más bonita, o el resultado de un determinado juego deportivo. Incluso el engolosinado televidente puede enviar mensajes de texto o fotos, a fin de aparecer en un rincón de la pantalla y por breves instantes. Hoy, los productores de tales programas deben incluso recurrir a su competidor, Internet, a fin de buscar recursos audiovisuales que les permitan competir contra la llamada “red de redes”.
De esta situación podemos deducir una enseñanza: en el mundo de los negocios, las principales amenazas no provienen jamás de las empresas de tu sector industrial, sino de otro, con fuerte innovación tecnológica en su modelo de negocio. Por ejemplo, para la industria del libro, el principal competidor fue la radiofonía, y para ésta la televisión; para los panaderos, la principal amenaza no fue en su momento los otros panaderos, sino los supermercados; para los fabricantes de máquinas de escribir no fue las otras empresas de similar rubro, sino aquellas dedicadas a los computadores, etc.
¿Internet reemplazará a la Televisión? De ninguna manera. Cada medio de comunicación tendrá sus propios contenidos en virtud de la utilidad que el público le entregue. La Radio no fue reemplazada por la Televisión, sino que asumió un rol diferente a la que poseía previo a su aparición. Como que las tecnologías tienden a “acomodarse” y los sectores industriales y sus mercados también. Por eso, todos los que participamos en el sector activo de la economía debemos estar alerta sobre cómo innovaciones tecnológicas pueden alterar nuestro negocio, e impulsar cambios en nuestra forma de hacer las cosas, a fin de amoldarnos a los nuevos escenarios. La innovación obliga a más innovación.
Vale entonces preguntarse ¿quiénes son nuestros reales competidores y qué estamos haciendo para sostenerlos? O bien, ¿qué modificaciones podemos hacer nosotros para entrar a otro negocio? Esta pregunta se la está haciendo hoy nuestro futuro competidor.