martes, 12 de junio de 2007

Adaptación

La orquídea no sólo es una planta de llamativas flores, sino que es una gran lección empresarial. Una de sus características principales es que la mayoría de sus especies es epífita, es decir, crece sobre los árboles pero sin alimentarse de éstos. Otras son litófitas, viven sobre las rocas. La orquídea en ningún caso es un parásito. Con sus raíces desnudas, se alimenta de la humedad del ambiente, de la cual extrae agua y minerales. De manera adicional posee bellas y bienolientes flores, las que llaman la atención de insectos, quienes divulgan el polen con sus posadas, en un acto de involuntario “chacoteo”. Incluso algunas han logrado que sus flores se asemejen a la perfección a un insecto, a fin de que éste, confundido, las polinice por error. Estas características hacen de esta planta un ejemplo de adaptación, ya que ha sido capaz de sobrevivir a los diversos cambios. Frente a nuevos escenarios, la orquídea muta. Por tal razón, existen más de cuarenta mil variedades de orquídeas, que habitan en todos los climas de la tierra donde exista algún rasgo de vegetación. La orquídea es un ejemplo de adaptación.

Darwin señaló que los seres vivos evolucionamos a través de mutaciones, acontecimientos aleatorios que se producen en nuestros genes, y que se transfieren a lo largo de sucesivas generaciones. De esta forma, si la mutación es positiva permite a la especie adaptarse al medio de mejor forma, permitiendo nuevamente transmitir dicho mapa genético a las generaciones siguientes. Así entonces las especies evolucionan. Las que no logran mutar de esta forma, no evolucionan, no se adaptan y desaparecen.
Estos mismos conceptos los podemos trasladar y aplicar al mundo de los negocios. Si las empresas y sus productos no se adaptan a los cambios, desaparecen. Las organizaciones pueden ser comparadas con los organismos vivos y, como tales, nacen, crecen, sufren cambios, interactúan con otros organismos y, probablemente, mutan, se adaptan o mueren. Son pocas las empresas que logran “vivir” mucho tiempo. La longevidad es símbolo de adaptación, de innovación.
Una de las empresas más antiguas en nuestra Región es la Conservera Pentzke, cuya marca más conocida es “Dos Caballos”. En 2006 cumplió 100 años, y en manos de la misma familia. Sin lugar a dudas el principal mérito de este hecho es haber tenido la capacidad de descubrir los cambios del mercado y el haber elaborado e implantado estrategias para adaptarse a ellos.
Esto, que suena obvio, no es parte de nuestra costumbre. En el mundo de la empresa negamos la evolución. Sólo algunas generan departamentos de innovación, investigación y desarrollo capaces de percibir los cambios en las tendencias, modas, gustos y preferencias de los consumidores a fin de generar un producto que se adapte y que sea competitivo. A nivel organizacional, evitamos los cambios, castigamos a los que los proponen y felicitamos a los que cumplen las normas y procedimientos. Nos llenamos de papeles, timbres, archivadores, perdemos tiempo y no evolucionamos. La empresa es terreno fértil para la inepcia de los sosos.

Por tal razón, debemos aprender de las orquídeas. Ellas no mutan de un día para otro. Su proceso adaptativo es pausado, de detalles. En la empresa debemos capacitar a las personas no sólo a adaptarse a los cambios, sino a producirlos. Cada día hay que alterar pequeñas cosas, flexibilizar, replantear lo pequeño, los matices, los detalles, en fin, hay que lograr la mutación de los genes que hacen de una empresa un organismo vivo y adaptable.