miércoles, 2 de mayo de 2007

Austeridad y Finanzas Domésticas

Dicen que después de la tempestad viene la calma. Ha pasado la Navidad y los regalos, el verano y las vacaciones, los útiles escolares, las matrículas, los uniformes, el permiso de circulación, el seguro obligatorio y las contribuciones, y como colofón la Operación Renta. Ha llegado mayo y su aire calma nuestra “hiperventilada” cuenta corriente. Salvo algún cumpleaños de un ser querido que le precise gastar, debería ser un mes para “poner al día” nuestras finanzas.
Por tal motivo, intentaré entregarles, en estas pocas líneas, ideas de cómo pueden optimizar sus finanzas domésticas. Éstas se basan en un principio básico y que se contradice con las lecciones de los nutricionistas, las que indican que los obesos son aquellas personas que ingieren más calorías de las que su cuerpo gasta, es decir, para adelgazar debemos disminuir los ingresos calóricos o bien aumentar nuestro gasto energético. En el caso de las finanzas, debemos hacer lo contrario, aumentar los ingresos y disminuir los gastos, a fin de acumular dinero, igual como acumulamos tejido liposo.
Pero, ¿cómo aumentar los ingresos y cómo disminuir los gastos? Aumentar los ingresos diversificándolos, y disminuir los gastos concentrándolos y controlándolos.
Primero me referiré a la diversificación del ingreso. Los ingresos son como ríos que alimentan un valle: mientras más ríos, más fructífero será el valle. Según el Génesis, el Paraíso poseía cuatro ríos, por lo que yo, inspirado en tal Edén, le sugiero desplegar cuatro tipos diferentes de ingresos:
· aquéllos provenientes de una remuneración periódica y relativamente fija, que permita cubrir los costos fijos de la familia y acceder al sistema de salud y de pensiones;
· ingresos resultados de una empresa personal o familiar: hoy en día todo negocio, aunque sea un pequeño comercio es visto como emprendimiento;
· entradas derivadas de inmuebles en alquiler: sugiero comprar locales comerciales, departamentos de un dormitorio o terrenos en Concón;
· por último, ingresos emanados del mercado accionario o fondos mutuos. En el primero es preferible empresas ya diversificadas (holding) como Cencosud, mientras que en el segundo me inclino por fondos mutuos de renta variable, rentables a largo plazo.
Ahora me referiré a la concentración del gasto. Deshágase de tantas tarjetas de crédito, de multitiendas, de puntos. Concentre sus gastos en una sola tarjeta de crédito, y pague todo en una sola cuota. De esta forma obtiene el Capital de Trabajo para su ciclo económico mensual. Vaya de a poco cerrando tarjetas, o bien pida un crédito que concentre todas sus deudas. Adicionalmente, haga un presupuesto en Excel. Cúmplalo a rajatabla. Recuerde: el ahorro es riqueza.
En tal sentido, el control de los gastos es fundamental. La austeridad debe ser parte de su estilo de vida, debe ser una actitud. Para lograrla, se requiere del rigor del ahorro. Existen muchas tácticas para lograrlo, algunas de las que he escuchado a mis amigos, por cierto genoveses, son: al manejar, no esfuerce el motor ya que sobre las 3.000 revoluciones aumenta el gasto de combustible, por lo mismo, en carretera jamás supere los 90 km/h, o después de una luz roja siempre parta en segunda. Prefiera las cuestas y evite los peajes. En la casa, suelte algunas ampolletas, bajo el pretexto del calentamiento global, y abra el refrigerador lo menos posible. Jamás bote la comida que sobre, tampoco se la coma, congélela. Evada la excesiva vida social que es muy cara, o bien, busque amigos con estilos de vida menos exigentes. Salir es caro y la casa es gratis. En tal sentido, cualquier necesidad que satisfaga afuera es más costosa que satisfacerla en el hogar. Piense en la alimentación, entretención y otras a no explicitar. Adicionalmente no compre tantos productos de marca: para qué comprarse un Rolex si el Q&Q igual le da la hora. Tampoco se acostumbre a los lujos: no hay mejor botella de vino que aquélla bien compartida. Recuerde que todo lo que ahorre se traduce casi en su segundo sueldo.
Pero no se conforme con ser austero. Eduque a sus hijos en una vida austera. Algún día se lo agradecerán, cuando no tengan que consumir para demostrar, cuando no compren cosas materiales por el hecho de comprar, cuando no tengan que gastar para pensar que así serán más felices. De esa forma, ellos comprenderán que lo que puede comprar el dinero es, quizás, una mayor tranquilidad, ya que la felicidad sólo la encontrarán en aquello que es inmaterial y que no se puede comprar.