viernes, 11 de mayo de 2007

El “nuevo analfabeto”

Nuestro mundo es muy diferente al de nuestros padres. Quizás nunca en la historia de la humanidad ha existido una brecha tan grande entre dos generaciones. Tanto es así, que un individuo en la Edad Media (es decir hace muy poco tiempo en términos de la historia del mundo) nacía y moría en un mismo mundo. Sin embargo, el mundo de hoy difiere mucho de aquel mundo cuando nacimos, y como señala Manuel Campo Vidal en su artículo titulado “Hacia la sociedad de la información” obviamente este cambio afecta todo orden de cosas, y el mundo laboral y educacional no son la excepción. Nuestro mundo es más pequeño, más competitivo, más conectado, más especializado, más rápido, generando mayor presión y ansiedad a aquellos que son parte de él, es decir, aquellos que buscan estar al día en el conocimiento. Para poder trabajar hoy, se requiere conocimiento actualizado (el de los últimos años, sino meses), por lo que si un trabajador no se capacita permanentemente equivale a nacer en el siglo XIV y trabajar en el XIX. ¿Acaso no vemos a diario al interior de las empresas cómo las personas poseen diferentes enfoques sobre un problema, dependiendo de su nivel de actualización del conocimiento? ¿Cómo gerentes y empleadores pretenden dirigir empresas y corporaciones considerando principios propios de la revolución industrial?
El conocimiento crece a tasa creciente, y la sociedad evoluciona rápidamente. Tal situación, es comparable en cuanto a impacto a la invención de la escritura, hecho que permitió la multiplicación de libros y textos y el acceso, algo más masivo, a esta información. Sin embargo, cuando la información se masifica, las personas que pueden acceder a ella son más libres, pero no más libre por la libertad de acceso, sino más libre por la independencia de la interpretación que se le puede dar a esa información, debido a que no se requiere de terceros para construir conocimiento. Ocurrió ya con la invención de la imprenta, cuando la Biblia pudo ser leída e interpretada según las percepciones de cada individuo.
Pero debido a este rápido crecimiento, muchos de los adultos no han tenido tiempo para adaptarse a los requerimientos impuestos por las nuevas tecnologías, no sólo como fin, sino como medio también para acceder a la información y poder procesar y transmitir el conocimiento explícito, obligando a los adultos a un gran esfuerzo para no ser un “Nuevo Analfabeto”. En este sentido, la Educación como sistema debe ser capaz de enseñarle al alumno a construir conocimiento a partir de información de todo tipo, desarrollando competencias centradas tanto en la capacidad de seleccionar y discriminar datos e información como en ser creativo con el conocimiento, y ser así, lo suficientemente innovador como para ser capaz de crear el futuro y no adaptarse a él. En ese sentido, la educación ha de plantearse como uno de sus retos el generar confianza en la capacidad de aprendizaje de todas las personas.
Manuel Area Moreira afirma en su artículo titulado “Problemas y Retos Educativos ante las Tecnologías Digitales en la Sociedad de la Información” que el progreso tecnológico sin un proyecto político y social detrás no necesariamente conduce a un mayor bienestar para el conjunto de la ciudadanía, por lo que hemos de intentar educar más allá de la sociedad del conocimiento, fomentando las interacciones con otros y desarrollando la democracia, sin olvidarnos de las cuestiones éticas y emocionales.