miércoles, 1 de abril de 2009

Codicia sin remedio

Ni un antiácido puede, a mi entender, aliviarnos la molestia sobre la supuesta colusión entre las farmacias. Es que la gran mayoría de los chilenos somos clientes habituales de cualquiera de las tres cadenas, y por tanto esta noticia nos afectó directamente.

Quizás alguno de nosotros sólo pagó algunos pesos de sobre precio, pero la sensación de sentirse burlado la tenemos todos. Peor aún es la situación de quienes no pudieron cancelar el excesivo margen y tuvieron que abstenerse de comprar el medicamento preescrito. Esto último debería traducirse en sanciones penales hacia los culpables, irresponsabilidad muy difícil de probar.

Por otra parte, la colusión tiene otra arista que nos afecta a gran parte de los chilenos y consumidores. Muchos de nosotros a través de nuestros ahorros en las administradoras de fondos de pensiones somos propietarios de FASA. Nuestros ahorros, aun cuando en pequeña proporción, sí se han visto afectados por la baja en el precio su acción, fruto de la gestión de sus gerentes contra nosotros mismos.

Es el supuesto actuar de los ejecutivos, a espaldas del directorio de la empresa, el que ha traído las consecuencias antes descritas. De meditar es el tipo de responsabilidad que el directorio posee sobre el accionar de los ejecutivos, donde será fundamental el conocer el tipo de incentivo con que éstos se manejaban. Además se ha comprobado que al menos un miembro del directorio vendió acciones, eso sí que pequeñas cantidades, antes de que el precio de la acción se viera afectado.

Las otras cadenas de farmacias se defienden y niegan la colusión. Una de ellas ha contratado al ex Fiscal Nacional Antimonopolio como asesor legal. Soberana está de hacerlo pues existe libre mercado para contratarlo, pero para algunos podría ser poco probo.

Cuando se originó la crisis económica, se habló mucho de la codicia de algunos agentes, y cómo su actuar afectó la credibilidad y la confianza de los mercados. Aquí sucede exactamente lo mismo, la codicia de los ejecutivos de las empresas involucradas afecta a la mayoría de los chilenos.

Es que el modelo económico no se basa directamente en principios de bienestar colectivo, sino en beneficios individuales que se traducen en desarrollo colectivo, pero su acento está en el esfuerzo y recompensa de cada uno por separado. Y por lo tanto, el desarrollo sólo opera cuando los individuos de una economía poseen ambición. Sin ella, sin interés, sin incentivos de algún tipo, las economías no lograrían crecimiento. El problema es cuando este agente motivador se transforma en codicia o egoísmo, el obtener beneficios sobre los normales afectando a terceros.

Por lo mismo, aquí debiese actuar la justicia como en todos los casos en que una conducta humana afecta el bienestar colectivo, y las autoridades deberían proceder con la mayor transparencia en las pruebas, para que no quede duda alguna de lo que realmente ha sucedido. Lección para otros también.

Lamentablemente, sobre la población queda una sensación bastante amarga y se despiertan dudas sobre otros posibles casos, donde la codicia de algunos no tiene remedio.