jueves, 27 de marzo de 2008

Salud Entretenida

Chile país de obesos. Con esta frase se está sentenciando parte del perfil de nuestra población. Puntos porcentuales más, o puntos porcentuales menos, todas las cifras así lo indican. De hecho basta con recorrer la ciudad para confirmar tal aseveración.

Lo extraño de habernos transformado en un país de obesos es que la dieta recomendada por la Organización Mundial de la Salud, y que se apega a la tradicional pirámide alimenticia, es la dieta mediterránea, la que debería ser muy popular en nuestro país por tener ese clima en gran parte del mismo. Tal dieta incluye pescados, carnes blancas en general, legumbres, verduras, frutas, entre otros alimentos e incluso una copa de vino al día.

La razón de la obesidad de nuestra población puede ser explicada por variados argumentos. Por ejemplo, se señala que la comida “chatarra” es más fácil de preparar y de mejor sabor que la mediterránea. Otro argumento más biológico señala que la grasa en la comida permite la fácil formación del bolo alimenticio, aquella masa, mezcla de alimentos y saliva, que mediante la deglución lleva a los alimentos desde la boca hasta el estómago a través del esófago. Existen otros argumentos de índole psicológico y sociológico que sería de largo explicar, algunos incluso difíciles de comprobar.

Lo que sí es cierto, es que el consumo de alimentos, ya sean grasos o no, está asociado a los valores que éstos representan. Por ejemplo, un consumidor puede buscar el valor “sabroso” que está asociado a la grasa, al igual que lo “entretenido” o lo “rico”, mientras que otro consumidor puede buscar en la comida el valor “sano”, “saludable” o “liviano”, atributos distantes a las calorías. Por tanto, en la medida de que las personas busquen lo “rico” y no lo “sano” seguiremos siendo una nación obesa.

La publicidad se ha encargado de otorgarle estos valores a los alimentos. Una hamburguesa con queso que incluye un juguete, o papas fritas envasadas y productos semejantes con autoadhesivos coleccionables, o dulces con tatuajes infantiles implica hacerlos más atractivos que una ensalada tradicional.

A mi juicio, la corrección de los valores a comunicar no debiese estar asociada a la prohibición de estas campañas, sino en la creatividad de las estrategias de marketing de los productos saludables.

Ejemplos hay muchos. Menciono dos, de la Región y de diferentes tipos de empresas. El caso de Marcelo Guital, viñamarino y fundador de Aguas Benedictino, quien hizo de lo “saludable” un valor atractivo, distante a “no entretenido” como podía ser para muchos el beber un simple vaso de agua. El otro, el Centro Integral “Dieta de Nos”, donde Leonardo Díaz trasformó lo “saludable” en “rico”. Su concepto se inició con “comida sana pero gourmet” para ser hoy un centro con gimnasio y otras instalaciones desarrollando su marca y atendiendo a un público cada vez más interesado en vivir bien.

Invito a las empresas a vender lo “sano” como “entretenido”, lo “liviano” como “positivo”. Los invito a hacer marketing.