viernes, 4 de abril de 2008

Apetito Cultural

Hace un par de semanas, miles de personas intentaron conseguir una entrada para presenciar una función en vivo del compositor italiano Ennio Morricone, conocido mundialmente por componer música de destacadas películas. Pese a que su obra es más extensa que la conocida popularmente, sin lugar a dudas que el cine es la oportunidad de masificar sus orquestadas melodías.

La demanda por este espectáculo motivó a Celfin Capital, empresa organizadora del evento, a organizar una segunda función la que de igual forma acaparó el interés y dejó una gran mayoría de público fuera del espectáculo.

La gratuidad de este concierto se debió a que la empresa se acogió a la Ley de Donaciones Culturales, conocida también como Ley “Valdés” en alusión a su gestor Gabriel Valdés. La ley señala que cualquier proyecto cultural que una empresa desea acoger a este sistema debe ser aprobado por el Ministerio de Educación, lo que obviamente asegura que el objetivo cultural se cumpla.

Gracias a la misma ley, la Ilustre Municipalidad de Recoleta y su Corporación Cultural presentaron hace una semana el espectáculo de ópera: “Carmen: Pasión Gitana”, espectáculo que emocionó a cientos de asistentes. La obra, sin contar con una producción de ópera propiamente tal, fue capaz de lograr cautivar al público masivo.

Tanto Morricone como “Carmen: Pasión Gitana” son dos ejemplos del apetito cultural que existe en Chile. En tal sentido basta recordar grandes exposiciones de escultura, como la de Auguste Rodin hace un par de años, o de plástica, como la de Claudio Bravo en los noventa, para concluir que en Chile existe una expresa necesidad de apreciación de las más variadas expresiones artísticas.

La globalización, el desarrollo económico, la democratización del conocimiento podrían ser conceptos inspiradores de hipótesis para descubrir las razones de este verdadero renacimiento nacional.

Sin embargo, el centralismo obliga a las regiones a estar postergadas incluso en este ámbito. La actividad cultural en nuestra provincia es mínima. Se limita quizás, a los esfuerzos de la Universidad Santa María, a la gestión de la Fundación Lukas, a la Corporación Cultural de Viña del Mar, y así la lista no llegaría a más de diez, quienes se esfuerzan por impulsar la actividad cultural con calidad, a veces, sin el interés del público masivo.

Prueba de esto, es la muestra de la destacadísima pintora nacional Carmen Silva en la galería subterránea del Café “Enjoy del Mar”. Plástica de primer nivel como el cuadro “Homenaje a los Jaivas” que descansan colgados esperando al visitante ausente.

Este renacimiento del interés por la actividad cultural, debiese ser aprovechado por las empresas para, a través de la Ley de Donaciones Culturales, potenciar su imagen corporativa y contribuir a su entorno como su responsabilidad social lo indica. Por otra parte, este crecimiento en la demanda por cultura debiese ser aprovechado por los artistas, para su perfeccionamiento y competitividad, a fin de depurar la actividad artística de otras actividades tildadas de arte pero que distan de este concepto.