lunes, 14 de abril de 2008

Calle Valparaíso

Nuestra ciudad de Viña del Mar ha tenido una serie de cambios. Muchos de ellos positivos como el mejoramiento del núcleo “Quince Norte”, pero otros, en cambio, no han tenido progreso alguno. Por ejemplo, la Calle Valparaíso sufrió, desde hace unos veinte años atrás, una transformación, o mejor dicho, un deterioro tremendo.

Nació como parte del camino que unió Valparaíso con Quillota. Grandes casonas y sus caballerizas fueron el inicio de su urbanidad. Posteriormente, se instaló un elegante comercio, propio de una ciudad balneario que recibía a veraneantes. Con el tiempo se transformó, no sólo en el centro comercial y financiero de la ciudad, sino además como paseo obligado de las familias.
En la década del ’80 era tradición ir a “taquillar” a la Galería Florida, acompañar a la mamá a comprar los ravioles en el desaparecido Gastronómico y aprovechar de tomar once con la familia en el Café Mirabel.

Con la aparición de centros comerciales dentro de la ciudad, y el desplazamiento de la población hacia Reñaca y Con-Con, la Calle Valparaíso se transformó en una serie de locales tradicionales pero con menos público y que comparten vereda con otros negocios menos refinados. Eso de día, ya que de noche sufre una transformación similar a los que la frecuentan. Los empresarios y locatarios, bajo el diagnóstico que la modernidad los perjudicó, trataron de hacer ciertas tácticas con tal de atraer público, todas con grandes intenciones y sin grandes resultados.

Pero la verdad, es que hay que confiar en la innovación. La Calle Valparaíso no podía seguir siendo lo que fue, ni tampoco puede continuar como está. Y es ahí donde aparece la pócima de la innovación. En clases, cuento la historia de Tristán e Isolda, quienes se odiaban hasta que, mediante un elixir, se juraron eterno amor. Es que todo puede cambiar de un momento a otro mediante una buena idea.

Considero que llegó el momento apropiado para realizar un potente cambio en esa zona de la ciudad. Eso sí, el comercio debe entender que no debe “competir” con los centros comerciales, sino que debe “complementar” a dichos lugares. Muchas cosas se pueden hacer, en la medida que sean pensadas como diferenciadoras de la oferta que las personas pueden encontrar en otra parte de la ciudad. Después de todo, Viña no tiene varios polos de comercio en su plan, sino que éste se convirtió en un gran polo comercial.

Adicionalmente, el llamado “par vial” Alvares-Viana se está transformando en una gran avenida, con altos edificios residenciales y diferentes comercios, que augura una plusvalía.

Es el momento. Los empresarios y locatarios deben organizarse, en conjunto con las autoridades municipales, para hacer un buen diagnóstico y una acertada estrategia. Hay que buscar un buen elixir, que haga de la Calle Valparaíso un lugar complementario a los demás, una buena pócima como la que tomaron Tristán e Isolda, y no concentrarse en ideas obsoletas que perjudiquen a nuestra Calle Valparaíso, como el brebaje de Romeo y Julieta, que hicieron de su historia, la peor tragedia de amor que las artes hayan concebido.