viernes, 4 de abril de 2008

Universidad y Empresa

En la actualidad todos tenemos un celular. Este invento tiene su origen en la década de los años ’40 e incluso antes. Sin embargo, fue en 1973 cuando Martin Cooper de Motorola fue a las afueras del edificio del competidor directo, AT&T Bell, y llamó por celular a Yoel Engel, el investigador de esta compañía. Esa fue la primera llamada por celular de la historia. Cooper le dice a Engel: “Asómate por la ventana”. Fanfarrón y presumido, Cooper demostraba a la competencia el liderazgo de su empresa gracias a la investigación.

Como esta anécdota, hay muchas otras producto de la I+D de las empresas. Labores que antes estaban radicadas única y exclusivamente en la Universidad, y que por diversas razones, y en el mundo en general, han implicado un distanciamiento entre los intereses de la empresa y la misión universitaria.

Plantear que la relación entre la Universidad y la Empresa es una opción es errar en la misión que la Universidad debe tener en la llamada “Era del Conocimiento”, y es pecar de orgullo para la empresa contemporánea. La vinculación entre ambas es vista hoy como una necesidad recíproca, al menos en las economías desarrolladas.

Es innegable sostener que una institución de educación superior debe formar personas e investigar, ambos ejes que actualmente delimitan el ámbito de la Universidad, ya que en la medida que existe investigación, el contacto que los alumnos tienen con la “materia” es mucho más enriquecedor, puesto que además el aprendizaje se da en una relación académico-estudiante concéntrico al desarrollo del conocimiento.

Sin embargo, desde hace un par de décadas que en el mundo desarrollado se ha venido discutiendo en torno a la misión que las universidades debiesen tener en el actual contexto mundial, puesto que se ha percibido un distanciamiento de la Universidad y el mundo empresarial. Se ha cuestionado el carácter limitante y restrictivo que posee la misión actual de la universidad. Se ha señalado, que a las actuales funciones tradicionales basadas en la formación de estudiantes y en la investigación debiese agregarse un tercer eje vinculado específicamente a impulsar la innovación y el emprendimiento, aspectos que tienden a complementar la relación actual entre la formación y la investigación.

Esta complementación se da en un ámbito sinérgico, puesto que la forma tradicional de investigación universitaria es concebida por muchos alejada de la empresa, de manera autosuficiente, sin la cooperación y la colaboración de las redes y agentes claves para la I+D+I que permitan la real creación de conocimiento aplicado y su adecuada transferencia.
Cierto es que no todas las profesiones u oficios requieren de una vinculación profunda entre la institución educadora y la empresa, pero la formación de los estudiantes en la mayoría de los planes de estudio debe generarse en miras de las necesidades de las empresas y no a espaldas de éstas, puesto que omitir sus requerimientos es concebir una idea de titulado, o perfil, desalineado con el mercado.

Por tanto, hoy se hace imprescindible que en las economías en desarrollo existan puntos de encuentro de Universidades y Empresas, como pilar de desarrollo, fomentando la investigación más aplicada, la formación en función a las competencias laborales y la colocación laboral. En ese sentido ASIVA juega un rol fundamental, ya que como institución asociativa es el espacio propicio para que tal vínculo fructifique.

Por tal motivo, la Comisión Universidad –Empresa posee el desafío de promover la integración entre las instituciones de educación superior y las empresas, a fin de incentivar la investigación con resultados mutuamente positivos, la adecuada formación en función de las competencias requeridas por el mundo laboral, y derivada de lo anterior, facilitar la colocación laboral de los titulados de nuestras instituciones en las empresas, nutriendo éstas en función a sus verdaderas necesidades.

El pensar que en un futuro esta Comisión deba ser integrada por representantes gubernamentales es más que realista: el fruto de la relación entre la empresa, la universidad y el estado puede ser, permítame la licencia, debe ser más fructífera aún, tal como se define en los países desarrollados como el “Modelo de las tres hélices”. Difícil es pensar en desarrollo económico sostenido y sustentable si Empresa, Universidad y Estado se mantienen distantes, sin la generación de espacios que fomenten la I+D+I para beneficio de la producción nacional y su gente.