martes, 11 de marzo de 2008

Miradores de Viña del Mar

Durante el verano el Archivo Fotográfico de la ciudad de Viña del Mar realizó una exposición de fotografías antiguas de la comuna en el segundo piso del Palacio Carrasco. Uno podía apreciar cómo la ciudad ha cambiado y cómo determinadas construcciones, como el Casino, el Teatro Municipal y el Hotel O’Higgins han perdurado más de 70 años.

En tal sentido, es oportuno reflexionar cómo las decisiones urbanísticas pretéritas tienen influencia en la actual comuna, y desde luego en la calidad de vida de sus habitantes. Por ejemplo, la planificación de parques, jardines y paseos es fundamental al momento de “hacer ciudad”, ya que el crecimiento equilibrado de una comuna permite la satisfacción del ser urbano, del vecino, de aquél que habita. Por tanto toda acción que apunte a resguardar el patrimonio colectivo urbanístico es bienvenida.

Por tal motivo, felicito a vuestro medio por promover la protección de los miradores más importantes de la ciudad de Viña del Mar a través del reportaje del domingo 9 de marzo. La ciudad vive un momento importante en su historia producto del gran desarrollo inmobiliario que está logrando, proyectos que sin lugar a duda beneficiarán a la comuna, pero que por tratarse de grandes construcciones son irreversibles. Destacan los proyectos en el ahora popularmente llamado “Par Vial” o “Alvares-Viana”, el sector de Viña Oriente (frente al Terminal de buses) y donde estaban las petroleras, éstas serán parte del skyline de la comuna.

En tal sentido, el tipo de estructuras a construir en sectores costeros es una de las grandes discusiones en las que me ha tocado participar en congresos internacionales sobre Marketing de Ciudades. Recuerdo un debate en La Coruña sobre arquitectura costera: ¿muchos edificios bajos frente al mar o grandes torres distantes unas de otras? Concluían que se debe decidir por la construcción en la primera línea de edificios de poca altura para, una cuadra más adentro, edificios en altura lo suficientemente distantes unos de otros que no impidan la vista de los edificios de más atrás, considerando además los diferentes miradores de acceso público y que son un activo comunal. Bloquear la vista con sendas construcciones perjudica la calidad de vida de los ya instalados y de los cohabitantes en general.

Cierto es que el empresario inmobiliario debe obtener una rentabilidad económica como premio a su emprendimiento y al riesgo del negocio, pero creo que proyectos insuficientemente planificados deterioran la calidad de vida, y la plusvalía de los inmuebles. La regulación municipal, la responsabilidad social empresarial y el respeto a la comuna y sus habitantes debiesen ser el marco decisional.

En tal sentido las empresas constructoras en su mayoría han demostrado interés en generar proyectos inmobiliarios que potencian la ciudad más allá del simple cumplimiento de la normativa, agregando valor con la estética de los inmuebles, pero cierto es que existen algunos proyectos ejecutados durante la historia de la comuna que dejan bastante que desear, y que no contribuyen a nuestra ciudad turística.