domingo, 4 de noviembre de 2007

Píldora del día después

Los valores son la guía de las actitudes humanas. Por tanto cada persona tiene valores, los que pueden ser cualidades positivas o negativas a los ojos del resto, y en un grupo los valores generalizados tienden a marcar el comportamiento de éste. Por tanto, cualquier organización humana, como un país o una empresa, posee valores, aquellos principios compartidos por sus miembros que encauzan decisiones, entregan un sello a la cultura organizacional y se transfiere a la comunidad a través de sus acciones. En el caso de las farmacias, su misión es la de ayudar en la cura de las personas enfermas, o bien prevenir malestares o enfermedades que acongojen su existencia.

Sin embargo, tiempo atrás se determinó gubernamentalmente que a través de las farmacias se entregara a niñas de 14 años o más, la famosa pastilla que se ha dado en llamar “La píldora del día después”, sin necesidad de contar con el consentimiento de sus padres. ¿Cómo puede decidir tomar esa píldora, cuyos efectos químicos y abortivos aún no terminan de investigarse?, si por ejemplo, dichas niñas no pueden elegir el colegio donde estudiar, no se les permite recurrir a un centro de salud solas, bajo el punto de vista legal tampoco pueden comprar cigarrillos ni alcohol, tampoco celebrar contrato alguno sin la autorización de sus padres, son inimputables ya que no son responsables de los actos criminales que puedan realizar por ese simple hecho, de no tener autonomía de pensamiento, autonomía de voluntad, por no tener la capacidad suficiente para discernir entre lo que puede ser delito y lo que no puede ser delito, entre lo que puede ser bueno y lo que puede ser incorrecto, y sin embargo, ahora se le permite en una materia tan delicada como adoptar la decisión de tomar una píldora, que eventualmente es abortiva, en forma tan autónoma y libre, sin siquiera el consejo, la ayuda, el amparo y la autorización de sus padres. Contradicciones.

Entonces, ¿no cabe la posibilidad de la objeción de conciencia por parte de los propietarios de las farmacias en su calidad de distribuidoras de un producto contrario a sus valores? Y si deciden comercializarla, ¿no podrá tener conciencia moral el vendedor del establecimiento que le impida vender tal pastilla pese a que esté disponible? ¿Por qué obligarlos a atentar contra la salud y la vida, que ellos protegen? Contradicciones.

A mi entender, mientras no se esclarezca las reales consecuencias de dicha píldora, las empresas distribuidoras que tienen como misión resguardar la salud y proteger la vida, deberían poder recurrir a la objeción de conciencia para hacer cumplir los valores y principios en que ellas creen. La “sintonía” entre el gobierno y los principios que defienden la vida, deberían de traducirse en hechos concretos y no en palabras que alberguen discursos como el que señaló S.E. Bachelet con respecto a sus similitudes con el Obispo de Roma. Contradicciones.