jueves, 19 de junio de 2008

Salario Mínimo

Sin lugar a dudas es desesperante vivir con el salario mínimo, el cual ha sido establecido en la suma de $159.000 pesos, es decir un 10,4% por sobre el del año anterior, remuneración que recibe el 10% de los trabajadores de Chile. Este aumento hay que considerarlo en sus dos componentes: el primero de ellos corresponde a un 8,9% que es equivalente a la inflación del año, y el segundo a un 1,5% que es el aumento real.

La pregunta de muchos, sobre todo de aquéllos que lo perciben, es por qué el salario mínimo no aumenta, por ejemplo, al señalado por algunos miembros de la Iglesia y denominado como “salario ético” que correspondería a $250.000, ya a esta altura indexado por IPC y que equivaldría a $272.250 pesos.

Existen varias respuestas a esta pregunta. La primera es afirmar que mientras más alto es el salario mínimo, las empresas sustituirían mano de obra, o como prefiero decir, personas, por tecnología. Esta situación agravaría el nivel de desempleo del país.

Una segunda respuesta es el efecto que tendría un aumento desmedido del salario mínimo en las pequeñas empresas, organizaciones que absorben gran cantidad de trabajadores en nuestro país, y que se verían enfrentadas a desventajas en sus costos, adicionales a los que ya sobrellevan con importaciones de países más eficientes en producciones a escala, o que simplemente no respetan las condiciones mínimas laborales. En este sentido, ha sido el mismísimo Cardenal Francisco Javier Errázuriz quien ha llamado a la cautela en una variación mayor del salario mínimo por las implicaciones que podría tener en las pequeñas empresas, y por ende, en el aumento del desempleo.

Una tercera respuesta dice relación con aquellas personas que por diversas razones, pienso en los que poseen una baja educación, reducida capacitación, escasa experiencia o algún otro tipo de discriminación, que estando dispuestas a trabajar incluso por menos dinero que el establecido legalmente como salario mínimo, no pueden conseguir un trabajo. Destaco el elevado nivel de desempleo juvenil que corresponde a la alarmante cifra del 19%. A medida que la remuneración mínima aumenta, disminuye su probabilidad de ser contratado. De hecho, un 20% de los chilenos son parte de la economía informal, algunos por comodidad y que son aquéllos que ganan mucho más que el salario mínimo pero que no tributan, y otros, la gran mayoría, que sólo se limitan a labores esporádicas con ingresos inapreciables.

A mi entender, la educación y la capacitación debiesen ser uno de los ejes que permitiría a las personas acceder a mejores puestos laborales con salarios superiores al mínimo y con bajas probabilidades de ser reemplazados por diversas tecnologías. En la medida que el país asuma el desafío de la educación y de la capacitación como primordial en su agenda, podremos ayudar a nuestros compatriotas a dejar de vivir en condiciones de desesperación, la que afecta su calidad de vida familiar y personal.