sábado, 7 de junio de 2008

Pavimento en Mal Estado

Según muchos autores, estamos en plena Sociedad de la Información. Esto porque la información nos rodea, los datos abundan, y quien la posee tiene ventajas indiscutibles por sobre el desinformado.

En muchas ocasiones, es la experiencia la que produce la información. Efectivamente el ser humano aprende de hechos pasados, deduce conclusiones y produce conocimiento a partir de sus propias vivencias. Esa experiencia hace que algunos posean ventajas distintivas frente a los otros, permitiéndole entonces tomar decisiones de manera aventajada. De esta forma, el ser humano ha trasformado información en conocimiento, y el conocimiento en innovación.

Tal situación, permite por ejemplo invertir el propio capital entre diversas alternativas obteniendo rentabilidad según el conocimiento. Supuestamente, el informado debiese optar a rentabilidades mayores que el desinformado, a igual nivel de riesgos.

En otro orden de cosas, la información no sólo se traduce en una mayor rentabilidad, sino que tiene una relevancia existencial: puede salvar una vida. Frente a determinada emergencia, quien sabe cómo realizar maniobras de resucitación como la respiración “boca-boca” puede trasformar una catástrofe en una anécdota. Por lo mismo se ha dicho que la información es poder.

Esto se puede aplicar cotidianamente a la situación de las calles de Valparaíso y Viña del Mar. Como cada año, o mejor dicho, como siempre, después de la tempestad no sólo viene la calma, sino también aparecen los hoyos en muchas calles.

Algunos aparecen en las rutas que uno acostumbra. Esos son los hoyos conocidos. De hecho cuando uno pasa por ahí cada día como que lo espera para en el momento justo esquivarlo. Yo los saludo. Ese es el poder de la información.

Otros, para quienes ese camino no es parte de su cotidianidad, el hoyo representa el hecho desafortunado, la sorpresa que saca de la rutina y que implica la fugaz decisión de entregarse a él cayendo, o evadirlo con el riesgo de la circunstancia y el resultado azaroso.

Por lo mismo, el pavimento en mal estado en rutas conocidas es menos peligroso que aquél en caminos por descubrir. Esta situación es la del turista, o del foráneo, quien desconoce dónde están los hoyos que pueden dañar su paso. Y ésa es una agravante mayor. Ciudades que se autodefinen como turísticas no pueden tener el pavimento en tal mal estado, más aún en los accesos a ellas. Las rutas por las que generalmente circulan poseen gran cantidad de hoyos. Como ejemplo, recorra el acceso a Viña del Mar por Agua Santa.

Concursos se han hecho para escoger a los hoyos más grandes, pero creo que debiesen realizarse anualmente mientras la autoridad responsable no solucione el pavimento en mal estado, con todos los riesgos que implican para los turistas, y para aquéllos que transitamos a diario con o sin el conocimiento y la información que en la cuadra siguiente el auto entero caerá al mismo hoyo en que cayó el año pasado.