jueves, 12 de junio de 2008

Recesión de Confianza

Durante mayo, el Índice de Percepción de la Economía (IPEC) cayó a sólo 36,5 puntos. Este índice puede tomar diferentes valores entre el 0, que es el pesimismo máximo, y el 100 que es el optimismo superior. Por tanto, el valor 50 marca el punto de indiferencia actitudinal entre ambas posiciones.

Un magro 36,5 puntos denota un mayor pesimismo que optimismo entre los encuestados por Adimark GfK, institución que lo elabora. Tal negativo resultado es el nivel más bajo del IPEC desde marzo de 2003 cuando marcó 34,4 puntos.

Cierto es que la economía no está hoy en recesión, ya que esta situación se entiende como un período de tiempo donde existe un decrecimiento del Producto Interno Bruto, lo que actualmente no está aconteciendo. Sin embargo, las personas están asumiendo bajas expectativas en cuanto al futuro económico del país.

La construcción de las expectativas se basa fundamentalmente en las experiencias individuales de cada uno de los encuestados en la muestra y de la opinión que reciben de las personas a quienes ellos asumen cierto grado de autoridad en materia económica.

Esta situación de desconfianza puede conllevar efectos en la economía, que aunque sólo obedece a la percepción de los chilenos, si se puede traducir a un cambio en la conducta de cada uno de ellos. Por ejemplo, si una persona cree que la situación económica empeorará, podría reducir sus niveles de consumo afectando así a la economía.

De igual modo, la negativa confianza en la economía se traduce en una limitación adicional psicológica a la hora de tomar decisiones de generación de empleo, de inversiones, o bien de creación de empresas, reduciendo también la productividad de la economía.

Si adicionalmente consideramos que el 77% de los encuestados considera que los precios de los productos subirán bastante durante los próximos meses, muchas decisiones referidas a aumentar los niveles de endeudamiento de las familias en créditos en unidades de fomento (UF) serían postergadas, como por ejemplo los créditos hipotecarios, afectando a la industria de la construcción, la cual es una de los pilares del crecimiento por la gran cantidad de empresas y profesionales concadenados a ella.

Pero a mi juicio lo peor de esta crisis de confianza, es el efecto que tiene este pesimismo en la vida cotidiana de las personas y sus familias. A las alzas en los precios de los combustibles y de los alimentos, que por cierto golpea más a la clase baja, hay que agregar el clima de incertidumbre laboral y de consumo que ellas deben sobrellevar. Sumarle a sus problemas cotidianos el pesimismo del futuro inmediato sin lugar a dudas afecta la poca calidad de vida que los chilenos más pobres poseen.

Asumir como Gobierno y Oposición el bajo nivel de confianza que los chilenos tienen en su economía, debería traducirse en esfuerzos concretos de ambas partes que busquen tranquilizar, dar luces, generar oportunidades para generar un clima propicio al crecimiento y a la calidad de vida familiar y personal.