viernes, 29 de enero de 2010

Presidente y Empresario

La campaña electoral del Sr. Piñera, a los ojos del marketing, fue planificada e implementada a la perfección, lo que, aunque no siempre augura el posterior triunfo electoral, llevó al candidato de la Alianza a ocupar el primer sillón de La Moneda. Sin perjuicio de lo anterior, propuestas concretas en su Plan de Gobierno, y errores del adversario como lo denominarían estrategas de guerra y ajedrecistas, fueron elementos también constituyentes de su triunfo.

Claro está que las competencias que debe de tener un candidato en campaña son diferentes, y quizás distan bastante, de las que debe poseer un Presidente de la República. Un buen gobernante no tiene por qué ser capaz de bailar como Michael Jackson, contar chistes, cantar “Si vas para Chile”, o realizar cualquier otro tipo de piruetas, que se asume por algunos como importantes para lograr la adhesión popular.

Un estadista debe tener otras habilidades capaces de gestionar un Estado, generar directrices y políticas potentes, y proyectar al país por sobre los temas del día a día. Muchos detractores cuestionan que las competencias para ser Presidente no son las mismas que las de un empresario, criticando así al elegido. En mi opinión, en el contexto de los actuales tiempos, se requiere que el gobernante sí posea muchas características de un empresario. Liderazgo, capacidad de formar equipos de trabajo, productividad - que por cierto falta en los países subdesarrollados - iniciativa, innovación, capacidad de trabajo, visión, y muchas más, son destrezas que se requieren para gobernar un país.

En el caso particular del Sr. Piñera, sus competencias como candidato sin lugar a dudas fueron superiores a las del Sr. Frei, y a mí entender, sus habilidades como empresario son un activo importante para su exitoso gobierno. El gran problema para muchos es que él es empresario y será Presidente. ¿Son incompatibles ambos roles? Algunos dirán que sí, otros responderán que no. Estoy convencido de que existe incompatibilidad entre ambos roles, puesto que podrían haber conflictos de intereses. Sea mi opinión generalizada o no, creo conveniente la justa separación de ambos papeles, y no sólo en términos de delegar la gestión de sus empresas, sino de la venta de las compañías donde podría existir tal conflicto de intereses.

Como estratega que es el Presidente electo, debería desligarse de la propiedad de la mayor cantidad de empresas, quizás de todas, ojalá de todas, puesto que es el gran argumento que tendrá la nueva oposición, sobre todo si acontecen hechos complejos de dilucidar, con la claridad que el público común requerirá para emitir juicios de opinión. Evitar malos entendidos futuros, permitiría al Sr. Piñera emplear sus dotes empresariales, y los propios de estadista, para un adecuado gobierno y demostrar así la compatibilidad de competencias entre el ser empresario y Presidente de la República.