viernes, 29 de enero de 2010

El camino de la in-seguridad

Los actos terroristas acontecidos en 2001 y cuyas imágenes impactaron a todos, implicaron un aumento en las medidas de control para abordar un avión comercial o para acceder a determinados edificios o espectáculos masivos. Pero producto del episodio acontecido en Navidad, donde un pasajero de un avión no fue detectado con explosivos a bordo, es que nuevamente hemos caído en la histeria por la seguridad. Por lo mismo, se han implementado nuevas medidas, entre ellas la revisión exhaustiva de todo el equipaje, la prohibición de usar cualquier aparato tecnológico en la cabina, la eliminación de la información sobre el vuelo que estaba disponible para los pasajeros durante el vuelo, y la imposibilidad de ponerse de pie, al menos una hora antes de la llegada a destino.

Otras medidas tomadas, se refieren a la revisión de los pasajeros antes de abordar el avión. Se adquirieron por parte de numerosos aeropuertos escáner corporales, instrumentos que no sólo detectan el porte de artículos de metal, que tanto incomoda a quienes llevan monedas en sus bolsillos y que tienen por objetivo la detección de armas blancas o de fuego, sino además permiten fotografiar al cuerpo sin ropa, como una radiografía de tu organismo, que te desnuda para verificar si transportas explosivos, u otras sustancias, que podrían ser materia prima de algún explosivo.

Sin lugar a dudas que el vuelo es más seguro, pese a lo demoroso del procedimiento, pero su implantación trae otras ingratas consecuencias. El pudor de algunos a exponer su cuerpo, ha causado muchos reclamos en los aeropuertos, así como el eventual uso que se le podría dar a las imágines. La filtración de ellas y su posterior divulgación traería problemas de variada índole, entendiendo que muchas de ellas podrían tener alto valor comercial, como la de famosos artistas, políticos, religiosos, menores de edad, y en general, otras, que podrían alimentar un mercado insano pero existente, aun cuando este procedimiento reemplaza la también ingrata revisión manual.

Estas nuevas medidas de seguridad, tarde o temprano, serán nuevamente sobrepasadas, y quedará en evidencia su fragilidad. Al igual que lo que acontece con los billetes. El plagio de ellos, obliga al Banco Central a emitir nuevas versiones con más medidas de seguridad, que pronto serán superadas por el ingenio mal aplicado. También sucede con la seguridad en las empresas y en nuestros domicilios. Los pequeños muros que caracterizaban los antejardines de las casas de nuestras ciudades, y que no impedían el travieso hurto de flores, han sido reemplazados por elevados muros y cercos de seguridad, muchos de ellos cargados con electricidad, que sustituyen aquellos trozos de botellas de vino que amenazaban a los delincuentes.

Este es el camino de la seguridad, que al parecer no tiene término, y que ignoro si nos hace vivir más tranquilos en un mundo cada vez más inseguro.