viernes, 29 de enero de 2010

Dakar: problema cultural

No deja de sorprender la belleza del territorio nacional visto a través de las tomas aéreas que realiza la televisión durante el Dakar. El desplazamiento de los motorizados sobre las arenas del desierto, no sólo nos motivan a recorrerlas a través de nuestros medios, sino que sin duda permite promocionar a Chile como destino turístico, potenciando la marca país.

Es por esta razón, que el Gobierno de Chile hizo lobby para que esta mundial carrera se realizara por nuestras tierras. Es más, entregó algo más de un millón de dólares para que Carlo de Gavardo compitiera bajo la marca “Chile” en un Hummer, auto similar a un camión, diseñado para asuntos bélicos, y que de vez en cuando se ven por nuestras estrechas calles.

El pronto fracaso del deportista nacional despertó la crítica de otro piloto nacional, Eliseo Salazar, quien cuestionó enérgicamente la “inversión” del Gobierno, dado que de Gavardo no tenía la experiencia en ese tipo de vehículos. Esto generó críticas de varios otros pilotos, bien apoyando a uno o a otro.

Sin entrar en la polémica técnica automotriz, existe un argumento expuesto por Salazar que me hace pleno sentido: ¿cómo se evalúa si la inversión a realizar para promocionar la marca país da resultados económicos positivos? Entonces pregunto ¿cómo se evaluó ese proyecto y a través de qué indicadores se medirían sus resultados?

Lamentablemente los países latinoamericanos nos caracterizamos, a nivel empresarial y por lo aquí expuesto en otras áreas también, por no establecer indicadores de medición de resultados sobre los objetivos y medidas. Esto perjudica en determinar si lo optado es finalmente lo correcto. Expongo un caso, que a mi juicio no ha tenido el análisis que merece.

Hace unos años, se estableció por ley que todo vehículo que transite en carretera debiese circular con sus luces encendidas, no sólo de noche, sino en cualquier momento del día. Su fundamento se centraba en que dicha medida permitiría disminuir los accidentes de tránsito, bastante numerosos y dramáticos al ser a altas velocidades. Desde que entró en vigencia la normativa, todos hemos tenido que obedecerla, y quien no lo ha hecho, ha debido pagar las multas correspondientes. ¿Han disminuido los accidentes de tránsito en carretera? ¿Se ha expuesto los resultados, en términos de números de accidentes evitados o de número de personas no fallecidas?

Un cambio cultural en el establecimiento de indicadores mensurables, permitiría verificar si las medidas tomadas son realmente efectivas, y eventualmente corregirlas, o tomar otras decisiones que implique lograr el objetivo planteado. Esto debería ser parte de la cultura del mundo de los negocios, y de todas aquellas decisiones tomadas en función de metas, ya que si no se practica nos enfrentaremos permanentemente a situaciones donde no existen evidencias para demostrar que una decisión no es un simple e innecesario despilfarro de recursos.