lunes, 16 de noviembre de 2009

La empresa sin nosotros

“Que la empresa siga funcionando correctamente, aún sin nosotros, es parte del deber y de la responsabilidad de quien la tiene a su cargo.”

Piero Moltedo Perfetti
MBA, Universidad Carlos III de Madrid, España
Director Escuela de Negocios, UVM.


Hace un año, y gracias al retraso de un avión, tuve la oportunidad de hojear el libro “The world without us” (o la Tierra sin nosotros), que plantea qué sucedería con el mundo, las ciudades, los edificios, los animales y la naturaleza en general, si nosotros, la humanidad entera, desaparece de un día para otro. No sólo el libro fue un récord de ventas, sino además generó un documental de gran éxito transmitido este año por History Channel.

Me cuestiono, ¿qué sucedería en la empresa si uno desaparece de un día para otro? En mi lugar, ¿qué sucedería con la Escuela de Negocios de la Universidad de Viña del Mar si ésta prescindiera de mis servicios, por ejemplo, este 31 de diciembre? En su caso, ¿qué sucedería con los resultados de su empresa si usted ya no existe para ella?

Esta pregunta muchas veces la he realizado en cursos de MBA a gerentes de empresas de nivel medio hacia arriba, y generalmente me señalan que si dejan de trabajar en una institución, el futuro de ésta no les genera mayor interés, salvo situaciones particulares como la preocupación por quienes fueron sus compañeros de trabajo. Me llama la atención tal apatía e indiferencia, presente incluso en las empresas familiares donde el porvenir de la compañía es el futuro económico de toda la familia.

Recuerdo que en los ‘90, hubo un lamentable accidente aéreo en Ecuador. Cayó a tierra un jet privado donde viajaban los siete directivos de mayor rango de una compañía energética. Todos murieron. Los medios de comunicación entrevistaron a un subgerente de división, el directivo de mayor rango en la empresa tras fallecer todos sus superiores, a quien le preguntaron ¿qué sucederá con la empresa ahora que su estructura quedó acéfala? Él respondió: “Eran tan buenos gerentes, que todos ellos son prescindibles”. Magistral enseñanza.

Que la empresa siga funcionando correctamente, aún sin nosotros, es parte del deber y de la responsabilidad de quien la tiene a su cargo. Ante cualquier traspié, que implique la ausencia de uno, los objetivos deben ser logrados, las estrategias implementadas, y el curso de la empresa debe continuar.

Preocuparse de que existan planes de contingencia adecuados, que las personas sepan qué hacer, qué decisiones tomar hasta que llegue finalmente el reemplazante son medidas que se pueden adelantar con el equilibrio que permiten los tiempos de sosiego.

De esta forma, y con la tranquilidad del deber cumplido, si el día de mañana ya no lidero el proyecto encomendado, ni a mi equipo de colaboradores, con tristeza y orgullo podré parafrasear a Prat sabiendo que ellos sabrán cumplir con su deber.

La empresa debe continuar sin nosotros. Así es el mundo de los negocios. Y así debe ser.