viernes, 31 de julio de 2009

La “cebra” de Gaza

Poco es lo que sabemos de Gaza. Ciudad de casi millón y medio de habitantes, puerto estratégico entre Europa, Asia y África, a orillas del mediterráneo. Su lamentable situación bélica, hace de ella una ciudad con gran cantidad de pobres, no sólo por sus bajos ingresos, sino también por los problemas de distribución o logística que implica estar en medio de un conflicto. De hecho, un 70% de sus habitantes viven en condición de pobreza extrema, es decir, sólo sobreviven gracias a la ayuda humanitaria, principalmente externa.

Es en este escenario de pobreza, tristeza y desolación, que llama la atención la noticia dada a conocer sobre su zoológico. La gerencia del mismo se encontraba en una situación muy compleja. Producto de la delicada situación militar, la sobrevivencia de los animales estaba en un segundo plano dentro del interés público, por lo que la muerte fue el final de la mayoría de ellos, los que no podían ser alimentados en una situación de sobrevivencia compleja ya para las personas.
Mientras unos animales, como el zorro, viven en carros de supermercados, al no poseer ya la infraestructura necesaria, otros animales deben ser conseguidos a través de contrabandistas, ya que el bloqueo comercial impide su ingreso.

Ante este escenario, a nadie le gustaría estar a cargo de una institución, como este zoológico, donde las penurias impiden no sólo el adecuado mantenimiento de la fauna, sino además dificulta el ingreso de público y esto agrava aún más su situación presupuestaria, impidiendo que el zoológico prospere.

Sin embargo, el director del zoológico optó por una idea, que si bien es ingeniosa, podría ser cuestionable. Enjauló a un burro, lo pintó de cebra, y colocó en la jaula simplemente un letrero que dice “Cebra”. Pobre burro ya que es tildado de cebra, aún cuando una cebra se sentiría peor al ser tachada de burro.

Esta situación digna de cualquier monólogo de un humorista en chistes de inicio “era tan, pero tan pobre”, puede tener algún reproche por parte de quienes velan por el resguardo de los derechos de los animales. Por lo mismo, la pintura utilizada, en tal maniobra de conversión, es humana, no causándole problemas al burro en cuanto a su salud física, aunque quien sabe algún perjuicio sicológico eventualmente podría tener. Quizás por lo mismo la jaula no posee espejos. Humillado se sentirá, pienso, cuando su pelo teñido dé origen a raíces oscuras, pero asumo que será coloreado en sus rayas blancas y negras para mantener la gran atracción del zoológico. Creo, sin embargo, que su costo de oportunidad es menor: cargar leña o pesados sacos con papas.
Cierto es, que la cebra no es tal, y por lo mismo, es que atrae a más público que si en verdad de una cebra se tratase. Pero la moraleja de esto es la idea creativa implementada por el director del zoológico, ya que sin recursos, cambia el destino de la institución que encabeza, genera recursos para cuidar a los animales, y la tristeza de los niños se transforma en sonrisas al ver al camuflado animal.

Insertos en una crisis económica, la creatividad es una alternativa a los problemas de las instituciones. Sólo hay que pensar.