martes, 26 de mayo de 2009

¡Gracias IPSA!

Sólo júbilo puedo trasmitir al observar cómo el Índice de Precios Selectivo de Acciones (indicador del mercado bursátil nacional que considera a las 40 sociedades con mayor presencia en bolsa) logra, en los primeros cinco meses del año, recuperar la pérdida de todo el 2008.

Es que las repetidas y sucesivas caídas de nuestra bolsa, y la de la gran mayoría de los países, produjo sucesivos titulares, adornado con diversos records que la triste situación económica producía. Esto trajo consigo una gran preocupación, no sólo a los propietarios mayoritarios de las empresas, sino también a los pequeños inversionistas, personas que han invertido sus ahorros o parte de ellos en acciones, o en fondos mutuos de renta variable nacional.

Pero como en ninguna otra crisis económica, el nerviosismo abarcó un mayor número de personas, no sólo porque hoy los instrumentos de inversión antes mencionados son más populares, sino porque los dineros destinados a la jubilación y gestionados por las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), pueden ser invertidos según nuestra propia voluntad en fondos con mayor o menor proporción de renta variable, y por ende, de exposición al riesgo de la fluctuación bursátil.

Común fue escuchar las cantidades de dineros perdidos, muchas veces millones de pesos, por haberse decidido por los vilipendiados fondos A y B, incluso el C.

Hoy en cambio, la Bolsa de Santiago ya registra en su indicador IPSA una rentabilidad sobre el 30% en lo que va del 2009, superando los 3.100 puntos, y lo que es mejor, el futuro permitiría vislumbrar una rentabilidad aún mayor de aquí a diciembre.

¿Por qué el mercado bursátil demuestra tanto entusiasmo si la economía real no está en un buen momento? Porque existen perspectivas económicas positivas, las tasas de interés son bajas y se incentiva entonces la renta variable, el inversionista extranjero está recuperando su confianza en los mercados emergentes y Chile es uno de ellos, entre otras razones.

Sin embargo, y a mi juicio, el trasfondo de esta rentabilidad se debe principalmente al exceso de desconfianza que hubo en el último cuatrimestre de 2008, que hizo que la Bolsa cayera a precios demasiado bajos. Comprar en diciembre fue una verdadera ganga para muchos, cuando la mayoría pensaba sólo en vender asustados de lo que podía ser el 2009.

Pese a todo lo nefasto que pudo haber sido la experiencia del pasado año, esta crisis, como ninguna otra, deja tras sí una masificación de recomendaciones financieras. Nombro una: no se debe invertir observando las rentabilidades pasadas, sino las perspectivas futuras, que su símil con la vida cotidiana sería manejar un vehículo mirando sólo el espejo retrovisor.

Lamentablemente la codicia hará olvidar aquélla y es altamente probable que en la próxima crisis – le recuerdo que la economía es cíclica – nuevamente nos tropecemos por no registrar en nuestra memoria, las enseñanzas que olvidamos cuando el júbilo, por nuestro ahora querido IPSA, nos enceguece.