jueves, 6 de diciembre de 2007

Turismo Aventura

Cuando uno enseña negocios, parte de una premisa que es fundamental: los mejores negocios son aquéllos donde todos los que participan efectivamente ganan. Si uno de los participantes es el favorecido, el otro tratará de hacer todo aquello posible con tal de que el primero no gane. Por eso, en el ámbito de la empresa, en ocasiones la mejor estrategia es buscar que todos los partícipes de una industria determinada busquen maximizar sus objetivos, en virtud de la “cooperación” y no de la “competición”.

En tal sentido, me parece muy oportuno lo que están realizando las municipalidades de Valparaíso y Viña del Mar a fin de encontrar una estrategia que busque promover e integrar tales ciudades en un plan comunicacional común, y además, divulgar y difundir el concepto de que el turismo lo hacemos todos los habitantes y empresas de cada una de las zonas turísticas involucradas. Efectivamente, no se logra nada si la infraestructura turística o de ocio es adecuada, si no disponemos de habitantes capaces de cooperar con el turismo desde sus diferentes roles. El conductor de Victorias, el mesero de un restaurant, el vendedor de diarios, el dependiente de una tienda de ropas, el taxista, el vendedor de artesanías, e incluso, el ciudadano común que con paciencia explica al turista cómo llegar a un determinado lugar, o bien el conductor que, con empatía, no toca la bocina cuando un auto de patente extranjera maneja lento o comete una infracción propia de su inexperiencia en nuestras calles.

Capacitarnos como habitantes de ciudades con potencial turístico, permitiría, por ejemplo, minimizar las situaciones incómodas que muchos de nuestros visitantes deben sufrir por llegar a estos rincones del mundo, tal cual como se relató en este mismo diario la experiencia de unos turistas franceses, los que terminaron agobiados por la falta de orientación turística en nuestras localidades. Como ese ejemplo hay muchos, y de seguro cada uno de nosotros conoce casos de personas foráneas que debieron enfrentar más de alguna aventura desagradable en nuestras comunas.

Es que si no logramos entender que todos nos vemos beneficiados con el turismo, difícilmente conseguiremos convertirnos en comunas dichosas y virtuosas de recibir turistas, que esperan obtener en nuestras tierras, no sólo fotografías que hoy pueden ver por Internet, sino una experiencia digna de recordar y divulgar en sus propios países de origen, contribuyendo a convocar a un número mayor de turistas para nuestras ciudades, para nuestros comercios, para nuestras empresas. Por lo mismo, todos tenemos el deber de cooperar con el turismo si queremos vernos favorecidos con este gran negocio, que permite hacer crecer nuestra economía regional, generar nuevos puestos de trabajo, y crear un producto turístico que satisfaga la necesidad de ocio, recreación y cultura, que muchos extranjeros buscan en nuestra tierra, sin el conflicto de la desorientación y la desinformación, que transforman al hacer turismo en Chile, en un verdadero “turismo aventura”.