sábado, 15 de diciembre de 2007

Adicción al Trabajo

Generalmente se le pregunta a los niños “¿Qué quieren ser cuando grandes?”, y esperamos respuestas vinculadas a su futura vida profesional. Quizás por eso, cuando nos preguntan “¿Quién es usted?”, lo más probable es que nosotros respondamos desde nuestra perspectiva laboral: cargo, empresa, profesión, etc., olvidando el resto de dimensiones que forman nuestro Yo. Después de todo, nuestro trabajo es un subsistema de nuestro sistema persona, que indudablemente nos ayuda a generar nuestra propia identidad personal, sirviendo de pilar a nuestra personalidad y a nuestro propio ser. Por tanto, tratamos de entregar todo de sí en el trabajo, a fin de responder adecuadamente al medio, y cuando sentimos que no logramos cumplir con aquello, y que estamos arriesgando nuestra empresa, nuestro cargo, nuestras relaciones, nuestro prestigio y nuestro status, caemos en enfermedades laborales propias del trabajador.

Una de ellas, implica no sentir que somos capaces de hacer todo lo que el medio nos exige, lo que comúnmente se denomina Stress. Algo de stress es bueno, ya que nos hace levantarnos por la mañana, ir a nuestra empresa, etc. pero en exceso termina por absorbernos, ya que nos genera ansiedad. Algunos con stress pueden no reaccionar y quedarse paralizados, otros evaden la situación compleja sin solucionarla, y por último, un grupo importante lucha trabajando, a fin de responder al medio sintiéndose como un malabarista con un aro o pelota adicional a las que puede hacer girar.

Es entonces, cuando hacemos de la vida, una vida laboral. Hacemos del trabajo, una adicción. El Workaholism es un concepto que fusiona dos términos: work (trabajo) y alcoholism (alcoholismo). Esta anomalía consiste en embriagarse de trabajo, desear trabajar a todas horas, cuantas más mejor, y ayudado por las nuevas tecnologías, en todas partes. Compartimos con nuestra familia, mientras respondemos e-mails, o paseamos con ellos hablando con la empresa a través de nuestro celular. Muchas veces ni siquiera es un trabajo altamente productivo, sino que en ocasiones es trabajar arduamente en cosas sin la importancia que éstas requieren, como correr en una rueda de Hámster.

Es que en la medida que nuestra sociedad transite desde una economía manufacturera a una de servicios, la prevención de riesgos laborales deberá enfocarse más en los riesgos psicológicos que en los físicos, en la higiene mental del trabajador. Asumir que la vida es única y exclusivamente laboral, es renunciar a nuestras propias vidas. Y con ello renunciamos a la razón por la cual laboramos, por lo cual pierde sentido el trabajo. El trabajo es sólo la estrategia para llegar a un objetivo, pero no es el objetivo en sí mismo, por muy entretenido y desafiante que éste sea.

Buscar el equilibrio en lo que somos, es permitirnos existir en plenitud. Sólo ver la vida como trabajo, es ignorar que los segundos avanzan hacia un mañana, que mira con desdén y recelo aquello que no hicimos por el presente, como el pasado ciertamente mereció. Quizás podríamos empezar por dejar de preguntar a nuestros niños “¿qué quieren ser cuando grande?” y preguntarles mejor “¿qué quieren hacer conmigo hoy?”.