miércoles, 11 de julio de 2007

Innovación en los SS.CC.

Las tradiciones son importantes, ya que nos permiten recordar y rememorar situaciones o hechos específicos, propios de una identidad que le es propia a un determinado grupo humano. Es una forma de mantener costumbres, de conservarlas, para el bien de mantener la representación de aquellos valores del colectivo en cuestión.

En toda organización existen tradiciones. Ellas forman parte de la cultura del sistema social, y que le permite sostenerse en la medida que el sistema las considere válidas, y no perjudiciales. En el caso de las empresas e instituciones, las tradiciones se representan muchas veces a través de objetos, propios de la organización. Por ejemplo, las banderas, escudos, fachadas de edificios, animales, flores, y todo aquello que permita representar algo tan intangible como el sistema social formado por el colectivo que busca resguardar dicha tradición. Los países tienen banderas; los equipos de fútbol, escudos y colores; los bancos, fachadas de edificios; los supermercados, animales; incluso los partidos políticos tienen herramientas, como en el Comunista, donde se utiliza la hoz y el martillo.

Por tanto, dichos símbolos, que representan una organización, no son ella en sí misma, sino un reflejo de su cultura. Eliminar, borrar, descartar alguno de estos símbolos pueden representar un cambio en la cultura organizacional, así como un respiro, un aire de innovación que refresca añejas tradiciones, que sólo atan a los sistemas sociales con su pasado, no por la utilidad de conservar dicho patrimonio, sino por el sólo hecho de resguardar los eslabones de la cadena que son de tu responsabilidad, y ser fiel de esa forma con la historia que dichos símbolos representan, y con el futuro, incierto por cierto, del cual quizás no te quieres hacer cargo.

Por lo mismo, pocas veces instituciones como el Colegio de los Sagrados Corazones SS.CC. con sus sedes de Valparaíso y Viña tienen la oportunidad de re-fundar símbolos de sus tradiciones, sin perjuicio de los valores más trascendentes, divinos, que representan. Como ex alumno, estoy orgulloso que el Colegio se permita realizar cambios, como su fusión, quizás integración, y optar por construir un lugar, quizás ámbito, que permita formar mujeres y hombres preparados para desenvolverse en el mundo real de las próximas décadas con el sello propio de la Congregación. Es que con la infraestructura actual, y con ciertos aspectos deficitarios en la enseñanza y en la metodología de ésta, que al menos yo recibí, en ningún caso su objetivo formativo se podría dar por cumplido. Demoler el edificio, botar los muros, cortar el árbol del patio, serán hechos que representarán la innovación que mi Colegio necesita, y que me enorgullece. Considero que simplificar el sello propio de los SS.CC. en un muro, o en un árbol, es reducir la filosofía de la Congregación a una construcción de ladrillos de gusto poco esteta, y a un vegetal, tan vivo como el Espíritu de los Sagrados Corazones, pero tan infectado como muchas de las absurdas e irrazonables tradiciones que la institución poseía.

Felicito a quienes encabezan el Proyecto: visionarios, innovadores y valientes. Y respeto aquéllos que prefieren la tradición por sobre la innovación, pero es esta última al menos la que yo opto, escojo y recomiendo, cuando me refiero al Colegio donde alguna vez canté “Hechos hombres les juramos al partir, serles fieles en la vida hasta morir”.