lunes, 16 de julio de 2007

Emprendimiento Cultural

Una de las cosas que me llama la atención de nosotros los chilenos, es cómo vemos las pinturas cuando vamos a un museo. Folleto en mano, recorremos cada uno de los cuadros. Miramos la pintura y buscamos en el folleto la imagen del mismo. Y preferimos ver el cuadro en el papel y no en directo. Como que nos sentimos más cómodos.

Pero lo que nos sucede, es que nuestra cultura de la apreciación de la plástica se limita, en general, a la sola observación de obras maestras en libros de pintura. Para la mayoría de los chilenos, es la única forma de tener acceso a buen arte, y por ende, deleitarse con las emociones que provocan en uno las piezas en exhibición. A diferencia de la música, donde la recepción va ligada directamente con la emoción, en el caso de la plástica, la percepción de ella debe atravesar necesariamente tu propio ser, por lo que las emociones responden más a tu estado de ánimo, a tu propia historia, a tus vivencias, etc. Como que se filtra en uno. Esas emociones no las trasmiten los libros de pintura, por lo que el gusto por la plástica cuando no se tiene acceso a obras es bastante restringido. Y con razón. Un Van Gogh en un libro se ve muy bonito, pero en persona no se podría describir lo que se siente. Yo he visto incluso como llora una persona frente a una pintura negra de Goya, o delante de una mujer de De Kooning. Por tanto, resulta de gran relevancia cultural y social, por no decir espiritual, promover la plástica en vivo y en directo, y no a través de los libros, a fin de democratizar el acceso a ella, y al cultivo del propio ser.

En nuestra región son pocos los lugares donde puedes apreciar el arte. Hay algunos museos y muy pocas salas de exposición. Pero sin lugar a dudas, la Galería Modigliani es la que ha demostrado una mayor capacidad para traer muestras de artistas de calidad, de hecho todos los años recibe premios por su aporte y gestión. Entre tanto esfuerzo estatal en la materia, una institución privada nos puede mostrar cómo el emprendimiento puede tener carácter cultural y relevancia social, que permite a los viñamarinos y a sus visitantes acceder a buen arte, sin tener que abrir un libro.