lunes, 6 de junio de 2011

Respetemos al Cardenal

El Cardenal Medina ha tenido una postura clara y precisa con respecto a diversos temas de la contingencia nacional. Para muchos, una postura bastante sólida y contundente en temas valóricos, para otros, un rol demasiado conservador. Es esta mezcla de miradas la que por cierto hace que su figura y dichos causen bastante polémica, pues cada vez que existe un pronunciamiento de él, diferentes voces lo acusan o defienden.
Pues es, en el contexto de conservadores y liberales, que su participación en la contingencia nacional se hace necesaria, ya que plantea la visión de algunos, lo que desde tal posición permite a otros divergir y discrepar, y dicho diálogo, cuando se basa en profundidades que ni el odio ni la ira logran interceder, nutre la discusión y el adecuado avance hacia lo que algunos estiman mejor y otros peor.
Ya en años, el Cardenal Medina posee todas las limitaciones que cualquier persona tiene, pues ya sobre los 80 años puede ser presa fácil de quien de él se aproveche. Específicamente la semana pasada asistió al programa de televisión de Julio César Rodríguez, intitulado “Síganme los Buenos”, asumiendo Rodríguez que con él los buenos se irían. Pues los músicos de su programa, y él como cómplice, proposieron al Cardenal Medina, invitado a conversar, que cante una melodía con ladridos del tipo “guau guau”, sonido onomatopéyico que para el Cardenal tenía un sentido infantil, y no “erótico-ridículo” como para los ahí presentes. Que la melodía haya sido una canción que ridiculiza la discusión sobre las uniones civiles, pues tiene directa relación con la comunidad gay, aun cuando se burla de ella, agrava la situación, pues el contexto fue preparado por los músicos y el periodista para dejar caer en su trampa a un señor, ya anciano, Cardenal de la Iglesia Católica, religión con millones de feligreses en este país y en el mundo.
Considero que independiente de la actitud que en nosotros genere el Cardenal, lo acontecido en el programa de televisión fue una situación de burla y de falta de respeto, que empaña muchos de los avances que se están produciendo en términos de la tolerancia, pues personas que supuestamente son “avanzadas”, “condescendientes con la diversidad”, “liberales”, “cosmopolitas”, “de pensamiento abierto” terminan mofándose de una religión y de un anciano.
Por último, estimo que el círculo de colaboradores del Cardenal Medina, sus amigos y cercanos, deben prestar la debida ayuda y consejo para asesorarlo y orientarlo en cuanto a su debida y sensata aparición en medios, pues la prudencia debe tener cabida donde la humildad no ha tenido espacio.