jueves, 30 de junio de 2011

Desconfianza en 3 cuotas

Escribo con lamento, no sólo por lo que significa que una empresa como La Polar haya realizado “malas prácticas” con los clientes, sino además por el perjuicio a trabajadores, a propietarios y al sistema en general.

El daño a los clientes es grave, pues en algunos casos al parecer hasta unilateralmente se renegociaban las deudas, o eventualmente se les cobraba intereses y multas que no correspondían, y otras “malas prácticas” que implicaban no precisamente llevar a los deudores a Dicom. Por no cargarlos a Dicom, muchas de estas familias obtuvieron créditos en el sistema financiero más tradicional, por lo que los bancos podrían tener incobrables entre sus deudores, bancos que adicionalmente tienen como cliente deudor a La Polar, contagiándose así, en menor escala, otro sector de la economía.

También se afectó a los 9.000 trabajadores, quienes no sólo han tenido que recibir insultos por culpa de las “malas prácticas” de otros, tal cual como les sucedió a los empleados de dos cadenas farmacéuticas años atrás, sino que podrían perder su trabajo.

Tenemos también a los propietarios de la empresa, que es una de las pocas sociedades anónimas abiertas que no posee un dueño mayoritario con nombre y apellido. Ellos confiaron en sus gerentes y en su Directorio. Los más especializados inversionistas, como las AFP (donde estamos todos los que cotizamos), revisaban la información de la empresa, pero como los datos al parecer eran incorrectos, producto de “las malas prácticas”, supuestamente no hallaron defecto alguno. El inversionista retail, aquel que compra y vende acciones en pequeños montos, también se vio perjudicado por las “malas prácticas”, pues se dijo en medios, años antes, que La Polar era la única empresa Retail con “cartera de deudores saneada”.

Pero lo peor no es ninguna de las secuelas antes referidas, sino la desconfianza generalizada que esto ocasiona. En una entrevista mencioné que la pérdida para los cotizantes en las AFP no se iba a producir exclusivamente por la baja en el precio de la acción de La Polar, sino por la desconfianza en el sistema, y así se demuestra una semana después al revisar el IPSA y las acciones del retail, y esto, porque hoy se desconfía de otras empresas del retail en su manejo financiero, se desconfía de los auditores externos, se desconfía de la autoridad reguladora, se desconfía de la plana gerencial, se desconfía del anterior Directorio, se desconfía de los clientes, pues ya que ahora se sabe que están endeudados enormemente se desconfía de su capacidad de pago de deudas con otras empresas del retail y de otras instituciones financieras, y todo esto conlleva a que el inversionista extranjero desconfíe de nuestro país.

Claramente hay dos alternativas, o no se supo leer la información de la empresa, o las “malas prácticas” tienen connotación de hurto, del hurto del año, de aquel que nos hurtó la confianza que tanto nos ha costado recuperar tras la crisis subprime, pues claramente después de lo sucedido, todos perdimos.