jueves, 20 de agosto de 2009

Comercio Ambulante

Los comerciantes ambulantes son microempresas no establecidas formalmente, que no pagan tributos, ni tampoco ofrecen garantías sobre los productos ofrecidos al público. Incluso algunos no respetan los derechos de autor o la propiedad intelectual vendiendo productos “pirata”, y otros, delincuencia pura, ofrecen juegos de apuestas poco azarosos como el llamado “Pepito paga doble”.
Tradicionalmente se ha tratado de solucionar este problema a través del control de la autoridad policiaca. Sin embargo, su efectividad es casi nula al ver que el modelo de negocios aplicado por el comercio informal se basa en la “técnica del mantel”, tecnología de cordeles que abren y cierran, cuan paraguas, cambiando su microempresa de “domicilio” rápidamente. Es más, frente a una detención, el público tiende a apoyar al “débil” ofendiendo al carabinero que bien cumple con su deber.

No habrá solución real hasta que este tema se estudie y analice en profundidad. El comercio ambulante existe no sólo por un tema de falta de oportunidades, sino porque los beneficios económicos que percibe son lo suficientemente altos como para que ellos divisen como poco atractivo el comercio formal o el empleo.

Los márgenes de utilidad dependen básicamente del tipo de producto a vender, pero en general las utilidades mensuales oscilan entre los 250 y los 500 mil pesos. Esto porque sus costos de compra son entre un 50 y un 60% inferiores a los del mercado formal, lo que les permite vender a precios inferiores en alrededor de un 20% en relación al comercio establecido.

Otro aspecto a mencionar, y esto es una derivada del sistema informal, es que el comerciante ambulante no sólo percibe una renta alta, sino que su costo de vida es bajísimo, ya que en su propio consumo familiar utiliza mercadería comprada de igual modo y a precios mínimos. Por tanto, la remuneración de ellos fácilmente se triplica en términos de su poder adquisitivo: es decir, su sueldo equivale a rentas del orden de los 600 o millón y medio de pesos.

La solución podría ser permitirles generar un ingreso formal ubicándolos en una feria libre. Esto debe ir acompañado por desincentivar la demanda de sus bienes, para que los márgenes disminuyan. Aquí el problema es que quien les compra, accede a mercancías más baratas, no porque de esta manera puede invertir en la Bolsa de Comercio, sino porque su sueldo no le alcanza para comprar en el negocio formal. No hay que olvidar que somos un país pobre.

Por tanto, el tema del comercio ambulante, es solucionable de manera “definitiva” en la medida de que existan oportunidades que equiparen el ingreso por ellos percibido. Aún así, cuando un país progresa, como a los denominados “desarrollados”, los inmigrantes aumentan aprovechando las oportunidades que genera este tipo de comercio, sobre todo en la condición de “residente ilegal”.

La solución real sólo es sostenible en la medida de que exista en el país un desarrollo económico y social, que genere oportunidades a la oferta, al comerciante, y acceso a una mejor canasta de bienes al público, a la demanda.