miércoles, 4 de marzo de 2009

¡¿Hasta cuándo?!

Durante estos días nuevamente los mercados bursátiles están respondiendo negativamente. Esta vez, y ante las gigantescas e inesperadas pérdidas de la multinacional AIG, las bolsas más importantes del mundo cayeron alineadas, incluso el indicador Dow Jones llegó al mismo nivel que 1997.

En palabras simples y en cifras aproximadas, esto significa que si usted invirtió en el Dow Jones mil dólares por esos años, con Bill Clinton de Presidente y George W. Bush como gobernador de Texas, antes incluso del boom de las “punto com”, de que se hablase de crisis asiática o de Al Qaeda, hoy tendría los mismos mil dólares.

Confianza e incertidumbre son quizás las razones por las cuales los mercados siguen cayendo abruptamente en determinadas jornadas bursátiles. Cuando ya se pensaba que el valor de una acción ya no podía descender más, sí lo hace, dejando con mayores pérdidas, a los que aún se niegan a asumir los actuales precios, y con pérdida también a los que invirtieron a ese precio asumiendo que su valor “ya había tocado fondo”.

Por supuesto que es una situación negativísima, pero la economía no puede tener sólo como indicador los índices bursátiles. Debe considerar la tasa de crecimiento de la economía, la inflación, el desempleo entre muchos otros. Generar estrategias de “salvación” económica con los indicadores bursátiles como foco, sólo puede hacer perder el control basado en emociones infartantes de “montaña rusa”.

Es más, la situación económica que estamos viviendo, y que recién en marzo vamos a percibir con más fuerza en nuestra Región, está afectando directamente el empleo. Si bien los años anteriores fueron críticos en cuanto a la inflación, este 2009 tendrá como indicador más preocupante el nivel de desempleo de los chilenos.

Sin embargo, no somos la única economía con problemas ya que, en general, los países se están viendo afectados de mayor o menor forma, haciendo de esta crisis económica, quizás la más global de la historia. Y no hay que olvidar que las siguientes también lo serán.

Por lo mismo, y en consideración a su naturaleza, esta crisis aún no se muestra en plenitud incluso en los países donde se inició. Por lo cual, se ignora cómo la crisis puede realmente afectar a la economía mundial y a nuestro país, y también se desconoce cuánto va a durar. Menos entonces se puede saber cuánto más durarán sus consecuencias, ya que los niveles de desempleo, por ejemplo, tienden a no volver a su nivel previo a la crisis en los tiempos en que la economía ya muestra la esperada recuperación.

Revisar hoy el futuro de la economía, es como examinar el pronóstico del tiempo para los próximos 10 días y sólo ver lluvias y tormentas eléctricas, sin siquiera un solo día nublado. Sólo en la medida de que se destapen los activos tóxicos de las entidades financieras la confianza puede permitir algún ápice de sol.

Es que la desconfianza sólo genera incertidumbre, y ésta prudencia, virtud que es el mejor resguardo que hoy se puede tener frente a la crisis. Y paciencia, mucha paciencia, porque aún no sabemos hasta cuándo, incluso después de la crisis, el desempleo seguirá sobre lo acostumbrado.