martes, 31 de julio de 2007

Experiencia Futbolística

Hace un año, de visita por Barcelona, fui a cenar a la casa del Profesor de Marketing Deportivo de la Universidad Politécnica de Cataluña. Un rico pan con tomate y aceite de oliva, muy propio de esa zona, un buen roquefort y un vino riojano fueron el marco de la conversación. En un momento, le conté sobre nuestros queridos Everton y Wanderers. Le precisé sobre la última vez que había ido al estadio, donde el partido se jugó con poco público, sin grandes comodidades para éste, y con un fútbol muy deficiente. Entonces, y de manera espontánea, me dio unos focos claves para la estrategia de ambos conjuntos.

Lo primero, considerar que el eje de un Club Deportivo es el equipo y no el resto de sus actividades, por muy importantes que sean en su impacto y rol social. Por tanto es fundamental potenciar los equipos por sobre lo demás. Segundo, es clave la construcción de una imagen poderosa en torno al club, que transmita valores, y no me refiero a los morales, los que son transmitidos en otras instancias, sino a aquellos atributos que puedan se atractivos como medio de identificación de grupos sociales. Tercero, la contratación de jugadores estrellas, que jueguen buen fútbol, pero que atraigan público. Me dio como ejemplo el caso del Napoli de Italia, equipo prácticamente desconocido hasta cuando contrató a Maradona.

Y por último, y quizás lo más importante, precisó, generar la experiencia futbolística, es decir, que ir al estadio no sea sólo ir a ver como personas corren tras una pelota, sino que además el lugar sea agradable, cómodo, con entretenimientos antes del partido y en el entretiempo, con cafeterías, servicios apropiados y todo aquello que fomente una mayor asistencia. En el fondo, que la gente no sólo vaya a ver un partido de fútbol, el cual puede ser visto cómodamente por televisión, sino que exista una experiencia por la cual la gente esté dispuesta a dejar la comodidad del hogar, por ir al estadio a ver un verdadero espectáculo. Una cosa es comprar un café, y otra, la experiencia de tomarse un café en un lugar propicio para ello. Después de todo, lo que queda en la memoria, son las experiencias que cada uno ha vivido, como aquel roquefort y ese vino que aún recuerdo.

sábado, 28 de julio de 2007

Responsables del Futuro

Somos el futuro de los que vivieron nuestro pasado. De hecho, muchas de las comodidades que ofrece el mundo actual son fruto de una serie de innovaciones y decisiones establecidas con anterioridad, muchas determinadas por personas que actualmente descansan en paz. Por tanto, es necesario en nuestras propias vidas, en nuestras empresas, o en nuestras ciudades, esbozar el futuro a fin de escoger alternativas adecuadas y acertadas en beneficio no sólo de nosotros, sino además, de los que vivirán el diseño actual de nuestro mañana.

En este sentido, se realizó en Viña del Mar una conferencia sobre el Pensamiento Prospectivo a cargo del célebre profesor francés Hughes de Jouvenel. Según él, un hecho del presente puede evolucionar de varias maneras, a fin de presentarse de diversas formas en el futuro. De hecho, el mañana no es otra cosa más que la causa final del presente, del hoy, puesto que los escenarios futuros posibles se construyen a través de lo que actualmente vivimos, y de nuestra propia interpretación del pasado. Bajo esta perspectiva, los principales actores políticos, económicos y sociales, son los que, con sus decisiones, construyen el futuro y poseen la responsabilidad de aquello, por lo que deben ser capaces de identificar lo modificable y alterable, y no concentrarse y disiparse en lo invariante e impredecible, sin perjuicio de inferir que todos tenemos alguna responsabilidad sobre el futuro de nuestra sociedad y de nosotros mismos.

Asumir que nuestra vida depende única y exclusivamente de los otros, es caer en la comodidad de entregar al resto el control de nuestras vidas. El asumir un papel secundario, de espectador, es no hacerse cargo de nuestra propia existencia y de su entorno. Podemos tomar el control del futuro, asumiendo que el destino lo construimos desde nuestra propia voluntad, con responsabilidad. No pensar en el mañana de nuestro país, de nuestra región, de nuestra ciudad, de nuestra empresa, de nuestra familia, y de nosotros mismos, es ignorar que los segundos avanzan hacia un mañana, que mira con desdén y recelo aquello que no hicimos por él, por estar impacientes y temerosos de no vivir el presente como el pasado ciertamente mereció.

domingo, 22 de julio de 2007

Mercado de la Marihuana

Según el VII Estudio Nacional de Drogas dado a conocer por el Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (Conace), la Región de Valparaíso lidera el consumo nacional de marihuana superando, incluso, a la Región Metropolitana. Esto no se limita a mostrarnos la real existencia de una industria de la marihuana, con distribuidores, mayoristas y minoristas, sino que además obliga a centrar el foco del análisis en sus consumidores.

En la naturaleza no hay nada malo. La cannabis sativa o marihuana, como vegetal, es tan noble como la acacia caven, nuestro aromo. La naturaleza es en sí, el orden perfecto, la armonía de la vida y de la creación, explosión máxima de belleza y expresión de equilibrio. En ella, no hay cabida al despilfarro y a la destrucción. Por tanto, es el ser humano aquél que es capaz no sólo de usar a la naturaleza como parte integrante de ella que es, sino de abusarla para otros fines para los cuales no fue diseñada, como es el caso del consumo de la marihuana.

Entre innumerables otros vegetales, la marihuana es la más popular de las drogas ilegales. Obviamente, para que Valparaíso y Viña lideren el ranking de las ciudades con la más alta tasa de consumo entre nuestros jóvenes, es que debe existir toda una industria que se haga cargo de la necesidad del mercado. Tanto las leyes de la economía como los principios del marketing no sólo funcionan en la legalidad, sino también en aquellos sectores industriales ajenos al bienestar humano. Negocios hay de todo tipo, ya que como en la naturaleza, los mercados siempre se desarrollan buscando el equilibrio.

Perseguir a los distribuidores es necesario puesto que hay que controlar la oferta. Pero esto conlleva a que otros aprovechen la oportunidad de satisfacer a los consumidores, ya que económicamente siempre habrá oferta cuando exista una demanda insatisfecha. Por lo que la mejor forma de reducir el consumo de marihuana entre nuestra juventud, no es sólo actuar controlando la oferta, sino desarrollar políticas y estrategias que apunten a desincentivar su demanda primaria, concentrándose más en el mercado que en la industria.

En tal sentido, la propuesta de realizar un test de drogas entre los escolares del sistema municipal sólo apuntaría a diagnosticar un problema, pero no a prevenirlo. Pueden haber muchas campañas estatales para disminuir el consumo, pero es en la familia donde debe existir un ámbito que contribuya a que nuestra juventud aprenda a encontrar su propio y sano equilibrio con la naturaleza. La juventud no sólo tiene que aprender, sino que convencerse de que no se necesita de ningún tipo de droga para lograr ser y estar en sintonía con el medio que nos rodea. Después de todo, la naturaleza está diseñada para gozarla, y en plenitud, como ver los aromos florecidos cuando les llega la luz brillante después de una lluvia, sin necesidad de haber consumido ningún tipo de droga ilegal o legal, que impida apreciar la belleza, tan simple, como ella siempre se nos muestra.

lunes, 16 de julio de 2007

Emprendimiento Cultural

Una de las cosas que me llama la atención de nosotros los chilenos, es cómo vemos las pinturas cuando vamos a un museo. Folleto en mano, recorremos cada uno de los cuadros. Miramos la pintura y buscamos en el folleto la imagen del mismo. Y preferimos ver el cuadro en el papel y no en directo. Como que nos sentimos más cómodos.

Pero lo que nos sucede, es que nuestra cultura de la apreciación de la plástica se limita, en general, a la sola observación de obras maestras en libros de pintura. Para la mayoría de los chilenos, es la única forma de tener acceso a buen arte, y por ende, deleitarse con las emociones que provocan en uno las piezas en exhibición. A diferencia de la música, donde la recepción va ligada directamente con la emoción, en el caso de la plástica, la percepción de ella debe atravesar necesariamente tu propio ser, por lo que las emociones responden más a tu estado de ánimo, a tu propia historia, a tus vivencias, etc. Como que se filtra en uno. Esas emociones no las trasmiten los libros de pintura, por lo que el gusto por la plástica cuando no se tiene acceso a obras es bastante restringido. Y con razón. Un Van Gogh en un libro se ve muy bonito, pero en persona no se podría describir lo que se siente. Yo he visto incluso como llora una persona frente a una pintura negra de Goya, o delante de una mujer de De Kooning. Por tanto, resulta de gran relevancia cultural y social, por no decir espiritual, promover la plástica en vivo y en directo, y no a través de los libros, a fin de democratizar el acceso a ella, y al cultivo del propio ser.

En nuestra región son pocos los lugares donde puedes apreciar el arte. Hay algunos museos y muy pocas salas de exposición. Pero sin lugar a dudas, la Galería Modigliani es la que ha demostrado una mayor capacidad para traer muestras de artistas de calidad, de hecho todos los años recibe premios por su aporte y gestión. Entre tanto esfuerzo estatal en la materia, una institución privada nos puede mostrar cómo el emprendimiento puede tener carácter cultural y relevancia social, que permite a los viñamarinos y a sus visitantes acceder a buen arte, sin tener que abrir un libro.

miércoles, 11 de julio de 2007

Innovación en los SS.CC.

Las tradiciones son importantes, ya que nos permiten recordar y rememorar situaciones o hechos específicos, propios de una identidad que le es propia a un determinado grupo humano. Es una forma de mantener costumbres, de conservarlas, para el bien de mantener la representación de aquellos valores del colectivo en cuestión.

En toda organización existen tradiciones. Ellas forman parte de la cultura del sistema social, y que le permite sostenerse en la medida que el sistema las considere válidas, y no perjudiciales. En el caso de las empresas e instituciones, las tradiciones se representan muchas veces a través de objetos, propios de la organización. Por ejemplo, las banderas, escudos, fachadas de edificios, animales, flores, y todo aquello que permita representar algo tan intangible como el sistema social formado por el colectivo que busca resguardar dicha tradición. Los países tienen banderas; los equipos de fútbol, escudos y colores; los bancos, fachadas de edificios; los supermercados, animales; incluso los partidos políticos tienen herramientas, como en el Comunista, donde se utiliza la hoz y el martillo.

Por tanto, dichos símbolos, que representan una organización, no son ella en sí misma, sino un reflejo de su cultura. Eliminar, borrar, descartar alguno de estos símbolos pueden representar un cambio en la cultura organizacional, así como un respiro, un aire de innovación que refresca añejas tradiciones, que sólo atan a los sistemas sociales con su pasado, no por la utilidad de conservar dicho patrimonio, sino por el sólo hecho de resguardar los eslabones de la cadena que son de tu responsabilidad, y ser fiel de esa forma con la historia que dichos símbolos representan, y con el futuro, incierto por cierto, del cual quizás no te quieres hacer cargo.

Por lo mismo, pocas veces instituciones como el Colegio de los Sagrados Corazones SS.CC. con sus sedes de Valparaíso y Viña tienen la oportunidad de re-fundar símbolos de sus tradiciones, sin perjuicio de los valores más trascendentes, divinos, que representan. Como ex alumno, estoy orgulloso que el Colegio se permita realizar cambios, como su fusión, quizás integración, y optar por construir un lugar, quizás ámbito, que permita formar mujeres y hombres preparados para desenvolverse en el mundo real de las próximas décadas con el sello propio de la Congregación. Es que con la infraestructura actual, y con ciertos aspectos deficitarios en la enseñanza y en la metodología de ésta, que al menos yo recibí, en ningún caso su objetivo formativo se podría dar por cumplido. Demoler el edificio, botar los muros, cortar el árbol del patio, serán hechos que representarán la innovación que mi Colegio necesita, y que me enorgullece. Considero que simplificar el sello propio de los SS.CC. en un muro, o en un árbol, es reducir la filosofía de la Congregación a una construcción de ladrillos de gusto poco esteta, y a un vegetal, tan vivo como el Espíritu de los Sagrados Corazones, pero tan infectado como muchas de las absurdas e irrazonables tradiciones que la institución poseía.

Felicito a quienes encabezan el Proyecto: visionarios, innovadores y valientes. Y respeto aquéllos que prefieren la tradición por sobre la innovación, pero es esta última al menos la que yo opto, escojo y recomiendo, cuando me refiero al Colegio donde alguna vez canté “Hechos hombres les juramos al partir, serles fieles en la vida hasta morir”.