martes, 11 de enero de 2011

La comunicación incomunicada.

No crea usted que el título de esta columna fue escogido sólo para causar el interés del lector, que por cierto eso ha logrado, sino que para explicar un concepto que efectivamente acontece cotidianamente y que describe, en gran parte, la relación entre las instituciones de educación superior y la empresa.

Muchas teorías de la comunicación avalan la idea de que todo comunica, desde una simple señal de tránsito con una flecha hacia la izquierda, hasta situaciones en las que uno podría pensar que no existe comunicación y, sin embargo, igual se produce. Específicamente la comunicación incomunicada se explica en ejemplos tan cotidianos como cuando la única respuesta de tu interlocutor es un silencio, deduciendo por tu parte la respuesta según sea el contexto, o bien cuando dos interlocutores hablan sin lograr entenderse, deduciendo ellos que no logran comunicarse.

Pues bien, es en este marco en que uno podría establecer relaciones entre actores donde la comunicación se da de manera incomunicada, como es el caso de muchas instituciones de educación superior y las empresas, situación propia de economías no desarrolladas. Justamente el desarrollo de economías está apoyado entre muchas otras variables, en un diálogo complementario entre ambos tipos de organización, que permiten desarrollar competencias de manera continua a la población en virtud de los requerimientos de la comunidad, extensión de igual modo e investigación asociada al desarrollo de la nación.
Por lo mismo vale preguntarse por qué la comunicación entre la institución de educación superior y la empresa es incomunicada. Planteo al menos las tres hipótesis. La primera de ellas, se refiere a que ambas partes desconocen la importancia, la sinergia, que tendría ese diálogo, y por tanto, no visualizan las ganancias, económicas y no económicas de dicha vinculación. La segunda hipótesis surge del lenguaje, ya que podría ser incomunicada cuando la relación se da con definiciones diferentes para mismos conceptos, por ejemplo, los conceptos de eficiencia o de productividad entre una y otra. Por último, la tercera hipótesis la origino desde los prejuicios que existen de una a otra y viceversa, basados quizás en las diferencias de lenguaje.

Independiente de cuál hipótesis sea la correcta, o varias de ellas, u otra, el trabajo para que la comunicación no sea incomunicada ha sido parte de los objetivos esenciales de la Comisión Universidad – Empresa creada por ASIVA hace algunos años, y es justamente esa mesa la que espera facilitar tal comunicación. Aun cuando sea responsabilidad de cada institución o empresa vincularse, debe existir siempre una organización que vele para que en nuestra sociedad la cultura de la colaboración domine los espacios de una economía en desarrollo que pronto exigirá de sus instituciones una mayor y mejor vinculación, en plena sociedad del conocimiento.