lunes, 29 de diciembre de 2008

¡Ánimo!

Por estas fechas, todos realizan balances y resúmenes de lo que sucedió en el año. Se recuerdan historias de todo tipo, entre ellas jarrazos y zapatazos, y personajes de diversa índole que hicieron noticia. Pero cuando se sintetiza una serie de hechos, los más variopintos destacan por sí solos, opacando el brillo del actuar menos colorido.

Por lo mismo, es quizás el momento de recordar, de buscar, de indagar a un personaje, a una noticia que ya quizás no resuene, pero que significación tenga para la síntesis anual del país. Significación que podría ser más por su enseñanza que por el logro objetivo de alguna hazaña o aporte.

A mi juicio, uno de los hechos que pasó desapercibido fue lo que sucedió con Literal. ¿Literal? Literal fue uno de los caballos chilenos que nos representaría en las Olimpíadas de Beijing este año, y que tras prepararse por años para tener una presentación olímpica, y después de un duro entrenamiento de tres meses por Alemania y Holanda, cuarentena sanitaria inclusive, fue eliminado antes de participar, por tener un aspecto desganado, poco feliz, cabizbajo. Fue tildado de ojeroso.

Literal fue el primer eliminado chileno en las Olimpíadas. Su fracaso, a mi entender, es la representación animal de un aspecto propio de nuestra identidad nacional, aquella suma de características que desde el siglo XVI ha caracterizado a nuestro país de calamidades como terremotos e inundaciones, y múltiples fracasos, tales como el recordado Fasat Alfa y otros menos anecdóticos.

Más encima, la declaración de su jinete como primera impresión al saber su descalificación fue un rotundo “Plop” citando a nuestra emblemática historieta. Al menos no fue el único caballo que no pudo competir ya que el brasileño fue eliminado por cojo.

“Poco feliz” lo encontró el arbitro, como si nos caracterizáramos por nuestras alegrías y colores. Todos concuerdan en que el chileno es gris y las tasas de medicación depresiva superan a cualquier nación vecina.

Este rasgo de desánimo, de no estar con ganas, de estar sometido a una mala suerte continua, no sólo ha estado presente en nuestro deporte, también en la economía y los negocios, donde “las pocas ganas” se traducen en las bajas tasas de emprendimiento que nuestro país muestra, y obviamente en las expectativas que los chilenos, en general, tienen sobre la economía.

¿Por qué acaso no ver el optimismo en época de crisis económica? ¿Qué oportunidades hoy están para las empresas, para la micro y pequeña empresa? ¿No es el momento de replantearse modelos de negocio aptos para estos tiempos? ¿No se presentarán buenas opciones para créditos hipotecarios? ¿Acaso no existen oportunidades para los inversionistas que poseen liquidez?

A mi entender, una crisis económica puede permitirnos oportunidades, emprendimientos, iniciativas que aprovechen la coyuntura, sin temor al fracaso eterno. La suma de fracasos construye la experiencia que permite los logros deseados, y puede ser el momento de empezar a cambiar nuestro pesimismo. Tarde o temprano todo puede terminar mejor. ¡Ánimo!