miércoles, 7 de mayo de 2008

Día de la Madre

La naturaleza nos recuerda el avance del año y sus fechas. La vergüenza del Liquidámbar con su tono rojizo anuncia el término de abril, y las bayas del Cotoneaster el inicio de mayo. Este contexto nos indica la celebración, como cada año, del Día de la Madre.

Quizás, con ciertos aires comerciales, o de culpa, se siente la obligación casi imperiosa de congratular a quien nos trajo al mundo, o bien nos cuidó de tal manera que merece tal apelativo. Son madres, no sólo porque nos contuvieron por nueve meses, sino porque además nos sostuvieron por otro lapso. Durante éste, valores y enseñanzas a través de su propio modelo de actuar, fueron el marco de nuestro oportuno crecimiento y formación.

Hoy, gran parte de la literatura especializada afirma que el medio, y en particular la familia liderada por la madre y/o el padre, es pieza fundamental en el desarrollo emprendedor de sus hijos. En tal sentido, desde pequeños, los hijos observan el patrón maternal.

En Chile, por ejemplo, se puede apreciar fácilmente como frente a cualquier problema económico, son justamente las madres, las que con iniciativa, tesón, constancia y trabajo generan algún ingreso que ayude a paliar aquella difícil circunstancia.

Con su actuar cotidiano encauzan a sus hijos a través de su propio modelo, de sus valores, de sus actividades, conciernas y opiniones, generando en ellos el sello que les permite enfrentar la vida y sus situaciones. Es aquí donde el entorno familiar puede ser proclive a contribuir y generar una actitud emprendedora entre sus nacidos, a fin de desarrollar en ellos la pasión por la innovación y el goce del trabajo bien hecho.

Importante es destacar que en Chile una de cada cuatro familias es monoparental, siendo en un 80% la mujer la jefa de hogar. Estos porcentajes aumentan notoriamente en las clases socioeconómicas más bajas.

Por tales motivos, la madre juega un rol clave. La de enseñarnos que con perseverancia, entereza y esperanza, se es capaz de enfrentar cualquier tipo de situaciones, aun complejas. Porque el emprendimiento y la innovación nacen en las personas que buscan conferir más que recibir, se originan en aquéllos que buscan entregarse a una idea que les apasiona y que les quita el sueño, que están aptos para darse por completo, en fin, que son capaces de amar. El verdadero emprendimiento y la real innovación nacen de las personas que por amor, son capaces de hacer cualquier cosa, y aunque muchas veces es incomprendida por sus hijos, es el amor la energía de la iniciativa materna.

Por esto, las madres son modelos claves en la actitud emprendedora de sus hijos, y bien merecen que, al menos un día del año, les dediquemos algo más que nuestro cotidiano afecto y aprecio.
Pueden haber madres e hijos que, pese a sus actuales diferencias y conflictos, logren apreciar la sabiduría del tiempo y su perdón, entendiendo la historia y circunstancia de cada uno, pero la reconciliación de ambos. Y quizás ésta sea la mejor iniciativa de esta época del año.