miércoles, 13 de enero de 2016

Padre Fernando Vallejo SS.CC.

Recientemente ha fallecido el Padre Fernando Vallejo, a quien conocí hace más de 30 años en el Colegio de los Sagrados Corazones, Padres Franceses, de Viña del Mar. Por una parte me embarga la pena de la despedida de quien fue uno de los sacerdotes más queridos y recordados del colegio, pero por otra siento la alegría de su partida y de su encuentro con el Señor. El Padre Fernando marcó a muchas generaciones de niños y jóvenes. En el colegio fue rector, capellán, profesor de religión, confesor de muchos, guía espiritual de varios, participó en decenas de primeras comuniones, bautizos de hermanos, en fin, fue un sacerdote muy querido. Todos lo recordamos alegre y generoso, muy cercano a todos, estaba siempre en el patio a la hora del recreo, siempre dispuesto a conversar, y sobre todo a escuchar. Lo veíamos caminar enérgicamente de un lado hacia otro, levemente inclinado hacia adelante y muchas veces con el ceño fruncido, como señal de apurado y ocupado, pero siempre con una suave sonrisa, atento a nuestras interrupciones y a responder con agrado nuestras inquietudes. Su pasión por la tecnología fue la detonante para que todas las generaciones de alumnos de manera cariñosa lo apodaran “cura loco”, pues fue siempre innovador en el uso de computadores, teléfonos inalámbricos, micrófonos conectados a radios a distancias, y otras novedades que hace 30 ó 40 años causaban asombro y fascinación. Recuerdo muchas veces verlo caminar portando un diskette o con la última novedad tecnológica. Pero lo que más recuerdo de él fueron sus enseñanzas en clases, en las que con histrionismo narraba cómo David venció a Goliat, o la alegría de Noé al darse cuenta del fin del diluvio, o la Fe de Pedro al caminar sobre las aguas. Con especial afecto recuerdo la tarde en que narró uno de mis pasajes más significativos: la Anunciación. Ya de grande lo vi muchas veces haciendo misa, orando, ayudando a muchas personas con pequeños “préstamos” solidarios, en fin siendo un modelo de cristiano, pese a que cada vez caminaba más lento y se le apreciaba más cansado. No me cabe duda de que para muchos de los ex alumnos del colegio, como lo es también para mí, el Padre Fernando fue parte esencial de la fundación de nuestra propia Fe, ésa que se construyó en la infancia, donde los valores y principios se hacen propios desde la pureza de nuestra alma, en un contexto de completa inocencia, y donde el acercamiento a Dios - al tatita Dios - se produce de una manera directa, sin cuestionamientos ni razonamientos. Por lo mismo, agradezco al Padre Fernando su entrega hacia sus alumnos, con la convicción que desde la vida eterna nos ayudará a mantener una espiritualidad pura y alegre, tan necesaria en este mundo de adultos.