jueves, 15 de enero de 2015

Reforma Laboral a medias

Finalmente se ha podido conocer el contenido de la denominada Reforma Laboral, al haberse hecho público el Mensaje del Ejecutivo al Congreso Nacional, tanto en lo que respecta a los contenidos doctrinarios y de objetivos centrales del proyecto, como las modificaciones específicas con las que se busca concretarlos. Si bien la lectura del documento merece muchos y profundos análisis y comentarios, focalizo y pondero sólo un aspecto que constituye más bien una carencia u omisión relevante. Desde la perspectiva del Ejecutivo, el objetivo de la reforma “apunta al desarrollo de las relaciones laborales modernas, justas y equilibradas entre las partes, en las que predomine el diálogo y el acuerdo, combinando objetivos de equidad, eficiencia y productividad”. Para lograr aquel propósito, se señala que se propone el aumento cuantitativo, es decir, que más trabajadores negocien, así favorecer el espacio de diálogo, con mecanismos que faciliten acuerdos, enriqueciendo la igualdad y las relaciones laborales en las empresas. Todas las pretensiones señaladas son beneficiosas, sin embargo, no se condicen con las normas que se quieren implementar contenidas en el articulado propuesto. La importante omisión para lograr tales propósitos se refiere a la falta de elementos técnicos que necesariamente se deben incluir en una negociación. Esta fue la gran diferencia entre la negociación colectiva vigente hasta el año 1973 y la que se reinició en 1979, con el Plan Laboral de aquel año. En el primer período, los trabajadores presentaban un “pliego de peticiones” que contenía todas las aspiraciones y necesidades, independientemente de la realidad económica y financiera de la empresa. El empleador por su parte, más preocupado en las utilidades y costos, proponía condiciones para fomentar los réditos, sin consideración ni a la realidad de la empresa, ni de las condiciones de sus trabajadores. Era llamada la “política del tejo pasado y del tejo recortado”, respectivamente. Posteriormente, en 1981, se pretendió tecnificar la negociación colectiva, para poner en la mesa de negociaciones no sólo las aspiraciones y expectativas de las partes, sino la realidad de la empresa. Entre las variadas condiciones para lograrlo, se estableció la presencia de hasta tres asesores o consultores por cada parte, con el objeto de analizar y contrastar cada petición de los trabajadores y la correspondiente respuesta del empleador, con datos específicos o “duros” y así ir intercambiando opiniones objetivas y no simples quimeras que, a la postre sólo hacen decaer los ánimos, causan frustración, llevando incluso, a veces, al odio y a la violencia entre las partes. En el proyecto propuesto actualmente se señalan muchas modificaciones, varias de ellas luces de bengala y artificio que más bien persiguen un fin político y de popularidad, pero no contienen principios y normas tendientes a la tecnificación y objetividad en los procesos de negociación colectiva, objetivo buscado. Por lo mismo, es lamentable que se desaproveche una vez más una importante ocasión para que existan en el país relaciones laborales modernas, justas y equilibradas.