lunes, 15 de abril de 2013

Patrimonio Económico de Valparaíso

Años atrás me encontraba en Barcelona, en un debate en torno al desarrollo económico de Rapa Nui. Algunos hacían referencia a que la isla debería adoptar un modelo de negocio mixto: que integre hoteles cinco estrellas, playas, casinos, centros de diversiones como discotecas, a las atracciones arqueológicas propias de la isla, modelo similar a lo que se aprecia en Yucatán. Los otros se inclinaban por un modelo muy similar al actual de Rapa Nui, vale decir, pequeñas hospederías, hoteles boutique, el mantenimiento de la ruralidad, el resguardo del patrimonio cultural a rajatabla. Las conclusiones del público se alinearon principalmente con esta segunda postura, al establecerse que el resguardo de la cultura, de lo propio, permite la cautela de la identidad, de aquello que hace a algo o a alguien único, y por tanto facilita el desarrollo de ventajas comparativas y competitivas que desarrollan un modelo de negocio sustentable. En la medida que lo auténtico de un territorio desaparece, deja de ser atractivo como destino, y pasa a ser un commodity dentro del contexto mundial. Para el caso de Valparaíso tengo igual convicción. La construcción de un Centro Comercial – peor aún en el puerto-, la construcción de grandes edificios – ¡y en los cerros!-, y otros ejemplos no hacen más que dañar, no sólo el patrimonio cultural, sino además perjudica el patrimonio económico de la comuna, y por lo tanto su sustentabilidad. Una proporción de las ciudades del mundo son incomparables y esta diferenciación hay que ampararla ya que es lo que genera lo propio, lo interesante de ver, de conocer, de fotografíar, de disfrutar, y en definitiva la experiencia de vivir, que es lo que se comercializa en turismo. Asumir que el resguardo de lo patrimonial es exclusiva responsabilidad de las autoridades es un error, ya que la débil penalización social que existe en referencia a los rayados urbanos, la deficiente educación de los niños y jóvenes en relación a lo patrimonial, las malas costumbres de aseo y de basura, la tenencia irresponsable de mascotas y tantos otros temas son responsabilidad de todos, al igual que la manifestación explícita desde cada una de nuestras posiciones en relación al bien o al mal porvenir de la ciudad. Es por lo mismo que manifiesto mi preocupación por el futuro del patrimonio económico de la ciudad y hago un llamado a resguardar lo propio de la comuna frente a proyectos comerciales e inmobiliarios que se alejan de lo que es particular de este espacio.