jueves, 7 de abril de 2011

No distraigan al Ministro

Hace unos días, se difundió públicamente que textos escolares tenían publicidad en sus páginas, la que era parte de una sección referida a educar y formar a niños en torno a la publicidad. Gran alboroto se armó, “tole-tole” diría un comentarista deportivo, pues se asumió que dichos textos no podían contener avisos comerciales reales, ya que después de todo, era publicidad. Se planteó inclusive que tal situación podría haber implicado pagos a la editorial, y eventualmente a personal del ministerio de la época por permitir y autorizar dichos textos.

Ante este escenario, lamentablemente el Ministro de Educación debió interrumpir sus labores para preocuparse de este tema, realizando aclaraciones por la mañana y planteando la solución por la tarde: se generarán textos con publicidad no real. Yo me preguntó, ¿será necesario distraer al Ministro de Educación en un tema sin mayor relevancia?

Si analizamos la situación, existen dos aristas, la primera dice relación con la publicidad como material de estudio, que a mi juicio no tiene inconvenientes, ya que lo que se utiliza es un contenido real para enseñar qué es la publicidad y cuál es la actitud responsable ante ella. Dichos contenidos fueron elaborados por expertos pedagógicos. Si retiramos las marcas de los libros, no existirían libros de marketing, de publicidad ni de administración de empresas, y si eliminamos contenidos reales, no se podría realizar docencia en carreras como derecho, arquitectura, medicina, en ninguna carrera. Por último, ¿de qué sirve aislar a los niños de la publicidad si vivimos rodeados de ella? ¿Será efectivo el proceso de enseñanza-aprendizaje en torno al consumo responsable utilizando la marca ACME del Coyote y el Correcaminos? ¿Acaso el profesor no utilizará finalmente ejemplos reales en clases para el logro del objetivo pedagógico?

La otra arista tiene relación con la existencia de ilegalidades para que tales marcas estén en tales libros, pues bien, para eso se debe hacer una investigación y esclarecer responsabilidades y culpabilidades si las hay. Pero incomoda esta suerte de “cacería de brujas” en que toda la sociedad participa buscando fallas y errores en el sistema, sea para lograr minutos de fama, o simplemente para agregar ruido donde la música ya suena bastante fuerte. Tenemos tantos problemas estructurales como para preocuparnos de lo decorativo. Prioricemos.

La educación en nuestro país es fundamental, es clave, ya que de ella depende el crecimiento de nuestra economía con menores desigualdades socioeconómicas, con mayores oportunidades para todos, con mayor movilidad social, y justamente el Ministerio de Educación se ha enfocado correctamente en eso, con una serie de medidas, que ya están dando resultados, como los entregados por el SIMCE en Lenguaje: “Hoy es un día para celebrar” acotó el Ministro, y por cierto que me alegró. Por lo mismo, no distraigamos por favor al Ministro con menudencias y bagatelas, que tiene harto por hacer y está bien encaminado.