martes, 8 de junio de 2010

Ni codicia ni pereza

Abrumados están los europeos. Durante los últimos meses la situación económica de algunos de sus países se ha empeorado rotundamente. Destaca la situación de Grecia, la ahora explícita circunstancia de Hungría, los elevados niveles de desempleo, que por ejemplo en España se traduce en alrededor del 20%, los bajos niveles de crecimiento esperados para 2010 e incluso para 2011, entre otros fundamentos económicos. Adicionalmente, el Euro como moneda se ha debilitado enormemente, incluso sobrepasando la barrera de los 1,20 euros por dólar, y anunciándose que dicha relación podría llegar a 1,10 e incluso a la paridad entre ambas monedas.

Esta situación era impensable tiempo atrás. La crisis financiera de hace un par de años, y cuyo origen principal estuvo en los Estados Unidos, fortaleció la imagen de Europa, de su moneda, de su economía, y por sobre todo, del modelo más socialista que en ella reinaba. Estados Unidos y su economía liberal, fue acusada una y otra vez como poco regulada, lo que permitió enormes desenfrenos de algunos agentes económicos, ya que los mercados eran manejados sólo por la codicia, lo que hizo al mundo pagar con un par de años amargos en materia económica.

Hoy la situación es diferente. La crisis de la Eurozona tiene un origen diferente, y que se aleja de la codicia de unos. Es más, los países más sólidos de la Comunidad, como Alemania, acusan al resto de los miembros de vivir una fantasía que los unió como un idilio durante años. Los países más pobres de Europa debieron unificar diferentes tipos de políticas y directrices, económicas y sociales, y claramente “el poncho les quedó grande”. En un comienzo se vieron fortalecidos, como Eslovaquia que recibió numerosas fábricas traídas de España, y la población de los más pobres emigró donde los más ricos en busca de oportunidades. Pero el ritmo de vida de los países ricos fue insostenible para las naciones más pobres.
A ojos de los estados más poderosos de la Eurozona, el resto de los integrantes de la Comunidad cayeron en una permanente pereza, que hoy deben de pagar los habitantes de los países ricos. La estrategia debe velar porque la economía de cada país se levante, a costa de un daño mayor a la Eurozona, sin perjuicio de que claramente la Comunidad Europea no será la misma tras esta crisis. Muchos ya están planteando la revisión de una serie de elementos propios de su integración, lo que incluso pone en duda la continuidad de la Comunidad, al menos como la conocemos hoy.

Para muchos la crisis financiera fue el símbolo máximo de la codicia impulsada por el capitalismo americano, y hoy la crisis en la Eurozona representa la pereza de un socialismo mal llevado. Quizás es la templanza la que debe regular las economías, virtud que dicen que poseen los chinos para regular su mercado y su potencial burbuja inmobiliaria, para que se detenga de una vez por todas esta seguidillas de crisis económicas.