viernes, 23 de enero de 2009

Nueva Canasta del IPC

Si para calcular el IPC se requiere de una canasta de bienes y servicios que actúe como muestra de lo que consumimos, es lógico que cada cierto tiempo dicha canasta se actualice en función de lo que se dejó de comprar por aquello que hoy sí es gasto.

Por lo mismo, hace unos días Mariana Schkolnik en su calidad de Directora del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) entregó la información de la nueva canasta del IPC, y cuyos primeros resultados se entregarán en la primera semana de febrero, por la variación de los precios de enero.

Ésta considera nuevos productos tales como el ron y las hamburguesas, y quizás por lo mismo también los inhibidores de apetito; mientras otros bienes y servicios son retirados por su baja importancia en el consumo actual como los rollos fotográficos, los casetes y diskettes, y el arriendo de videos. Dichos cambios representan la evolución que ha tenido el consumo de las familias en la última década, puesto que fue en 1998 cuando se actualizó por última vez.

Pero junto con apreciar cómo productos entran o salen de la muestra, es interesante analizar cómo ha cambiado la proporción de los gastos de las familias. En tal sentido, se aprecia que la proporción del gasto en transporte aumentó notoriamente en casi 7 puntos porcentuales llegando a ser hoy un 18,74% del total, mientras que la proporción de los alimentos disminuyó en casi un 10% llegando a un 17,87% de la canasta.

Si se analiza los productos y sus ponderaciones, destaca cómo el consumo nacional se ha ido globalizando, por lo que en esta nueva canasta los productos importados tienen una mayor ponderación. Esto, se traducirá en que las variaciones en los precios internacionales y el tipo de cambio, afectará la canasta y con ella el IPC nacional. Por tanto, nuestro propio consumo hace que la inflación chilena dependa cada día más de la inflación mundial.

Lo anterior, se traducirá en que nuestra inflación estará más correlacionada a la economía mundial de lo que era hasta 2008, y obviamente cada vez será inclusive mayor dicho vínculo. Esto no es ni bueno ni malo, sólo es. Por una parte, no podemos alterar nuestro propio consumo sobre todo si estamos en una economía de mercado abierta, y cada vez más abierta, y por otra, tampoco podemos alterar la canasta de bienes y servicios para que los precios internacionales tengan menor importancia, porque sería sólo dañar el instrumento estadístico, y muchas decisiones económicas se basan en él.

Por lo mismo, la variación en la canasta de productos del IPC no representa otra cosa más que una mayor precisión en el trabajo estadístico. Lo que sí hay que considerar es que modificar o actualizar la canasta cada 10 años se traducirá cada vez en la utilización de una muestra menos representativa de la realidad ya que, por razones principalmente tecnológicas o de innovación, la demanda por ellos se modifica más rápidamente.

De esta forma, los cambios entre una canasta y otra serían menos notorios, y los efectos de la globalización serían incorporados más paulatinamente.