lunes, 5 de septiembre de 2016

¡22 torres de 24 pisos!

Hace algunos días asistí a una exposición de la inmobiliaria a cargo del proyecto Las Salinas, quienes están gestionando el terreno conocido también como ex petroleras, al lado norte de la ciudad de Viña del Mar. Si bien la exposición se trató sobre el proceso de descontaminación de dicho terreno, mi atención se focalizó en el proyecto inmobiliario, el cual fue esbozado esquivamente. En datos simples que registré en mis apuntes, en tres años más empezarían a construir 22 torres de hasta 24 pisos, construcción que consideraría un plazo de 10 años. Durante los tres primeros, transitarán más de 10 camiones con tierra por hora, a lo que se sumaría todo el flujo de camiones de la construcción posterior, y por los 10 años. A este tránsito, hay que sumar todo el tráfico que se producirá en el futuro por los más de 4.000 vehículos que el proyecto ya desarrollado implicará, número que surge al considerar los departamentos, oficinas, hotel y comercio que ahí se construirían. Si hoy el tráfico está colapsado en esa zona, sobre todo en los meses de verano, difícilmente se podrá esperar mejor fortuna para el automovilista de no habilitarse medidas remediales. Para qué decir qué sucederá con las más de 10.000 personas que allí residirían en caso de un alerta de tsunami. No soy quien para oponerme a tan tremendo negocio, pero como viñamarino de toda la vida creo justo pronunciarme sobre el destino de la comuna. Si bien la ciudad debe crecer y desarrollarse, tengo mis dudas que sobreexplotar ese terreno sea a la larga lo mejor para la ciudad y sus habitantes. Pensarlo como un gran parque público es una utopía en un país con vocación al subdesarrollo, pero al menos se debería de edificar respetando estándares más elevados, más amigables, que considere la integración de ese paño a la ciudad como un beneficio urbanístico, en el más amplio sentido de la palabra. Se cumplirán todas las normas de descontaminación, edificación y construcción, pero Viña del Mar despilfarrará la oportunidad de generar un barrio amigable con urbanismo público que la ciudad requiere: plazas, parques, un teatro moderno, una ciclovía decente, una zona de restaurantes y pubs, estacionamientos subterráneos, un centro de convenciones, una futura estación del metro, zona para deportes, miradores, accesos a Santa Inés, conexión vial con la subida Alessandri, y desde luego, algunos edificios residenciales y de oficina, pero nunca en el número ni con la altura con que título estos párrafos. No me cabe duda que las próximas generaciones criticarán las decisiones que se están tomando, y que serán irreversibles en la vocación de la ciudad: ser la mejor ciudad de Chile para vivir. Estamos a tiempo, aún podemos hacer algo por nuestra comuna. ¡Salvemos Viña!