lunes, 5 de marzo de 2012

Crisis en Irán y efectos en Chile.

El recurso petróleo ha sido la causa de la mayoría de las guerras de los últimos lustros, y quien sabe también lo será de alguna en este 2012. Eso muy bien lo sospecha Irán, país que está en el “ojo del huracán”, y no exclusivamente por el uranio como lo pensaban sus líderes, sino porque es el cuarto país productor de petróleo del mundo, y también el segundo en gas natural, títulos que lo alertan, pues ser económicamente importante se traduce en ser políticamente relevante.
Si Estados Unidos realiza un ataque preventivo, tal cual lo aconseja Israel al definir las sanciones económicas americanas como insuficientes, la situación económica mundial tendría que enfrentarse a un escenario muy complejo, no sólo por las consecuencias de una escalada en los precios del petróleo, sino también por los estrechos márgenes en que operan muchas economías en cuanto a la gestión de la política monetaria.
En Estados Unidos un grupo de parlamentarios republicanos ya han manifestado su pleno acuerdo a un eventual bombardeo, y además se está empezando a generar una cierta ansiedad por lo que podría ser un enfrentamiento bélico en un lugar complejo bajo el punto de vista geopolítico (entre Europa y Asia emergente). Sin embargo, el Presidente Obama ha dicho en conferencia que “nadie ha anunciado una guerra”. Su preocupación se percibió en el nivel de molestia con que dijo tales palabras. Pienso que no debería de haber un enfrentamiento bélico, al menos de aquí a noviembre, pues el día 6 de ese mes son las elecciones presidenciales en el país del norte y si bien las guerras pueden ser usadas para aumentos en la popularidad de un Presidente, genera flancos vulnerables en contextos eleccionarios, pues por ejemplo el costo económico de las guerras no generan beneficios económicos que asocien el triunfo militar a una rentabilidad económica. Por lo mismo, en un escenario donde la economía americana no dispone de márgenes fiscales la “opción guerra” está, o debería estar, en último lugar, y eso lo sabe muy bien, un Presidente que es simultáneamente candidato.
De haber un conflicto bélico, la economía chilena se vería afectada: el precio de los combustibles aumentaría, y por ende el precio de la bencina. Casi el 100% de la energía que nuestro país utiliza para el trasporte está asociada al petróleo. Adicionalmente la sequía nos pone en jaque en lo que a energía se refiere, por lo que un aumento en el precio del petróleo nos encarece el precio de los sustitutos. También habría un alza en el precio del dólar, de los productos importados, y todas estas alzas generarían presiones inflacionarias, insisto que en un año donde el contexto de la economía mundial no deja muchos márgenes de maniobra, por lo que las familias y personas verían reducir su poder de compra, generando eventualmente disminuciones en la popularidad del gobierno chileno, y quién sabe si algún conflicto adicional, que al igual que las guerras, hay que evitar, pues como diría Winston Churchill “una guerra nunca resuelve problema alguno, no hace sino plantear otros nuevos”.