miércoles, 25 de febrero de 2009

Competitividad e Innovación Regional

El desarrollo económico de nuestra Región se puede lograr a partir de la competitividad y de la innovación a nivel de cada uno de sus habitantes.

Como personas debemos aprender a ser más competitivos, desarrollando nuestras propias habilidades y competencias, y la eficiencia en los procesos productivos y de gestión en que participamos.

La competitividad de las empresas de la Región se logra en la medida que los habitantes no sólo seamos altamente competentes, sino además capaces de lograr sinergias al interior de las organizaciones que son parte del tejido productivo regional. Por tanto, la gestión de las mismas debe apuntar al aprovechamiento de las ventajas competitivas propias o alcanzables. De esta forma, las empresas podrán ser exitosas en el escenario local, paso previo a cualquier estrategia de internacionalización.

La competitividad de la Región dependerá de la capacidad que tengan sus organizaciones para ser sinérgicamente competitivas, en la zona y con las regiones aledañas, y de su coordinación a nivel público y privado. Por lo mismo, la Región de Valparaíso no podrá ser competitiva internacionalmente si sus empresas no son competitivas, y por ende si sus habitantes tampoco lo son.

Para lograr ese nivel de competitividad, la Región no sólo debe aprovechar sus ventajas comparativas propias de su geografía, sino además desarrollar ventajas competitivas basadas en sus habitantes.

Transversal a lo precedente, los aspectos de eficiencia al cual apunta la competitividad, o bien de desarrollo en aspectos propios de nuevos productos y/o nuevos mercados implican necesariamente la necesidad de innovar, de hacerse cargo de las necesidades de los mercados, de asumir que todo aquello que se hace merece un cuestionamiento en virtud de su naturaleza eventualmente anómala.

Para gestionar la innovación es necesario ampliar su popular y miope definición que la restringe sólo a lo tecnológico, a todo aquello vinculado a productos, procesos o proyectos que forman parte de un quehacer regional, empresarial o individual.

Por tanto, mientras más desarrollada sea la capacidad de innovar de la población regional, más competitivo será su tejido empresarial, y mayor su desarrollo económico.