miércoles, 12 de mayo de 2010

Profesionales Responsables

Cada cierto tiempo como país nos cuestionamos sobre nuestros actuales niveles de pobreza. Quizás por el ímpetu de aparecer en algún ranking, como un mejor país, una economía más creciente, o simplemente, por querer manifestar al resto que no somos ni un país pobre, ni una economía en desarrollo, sino una nación del primer mundo. Para crecer, no basta mirar hacia nuestro alrededor, ambiente que quizás puede ser “más desarrollado” que la realidad misma de nuestra patria, sino que debemos centrar nuestros focos, nuestra mirada, en la pobreza, expuesta recientemente por una catástrofe natural.

Cuando hablamos de pobreza, generalmente nos centramos en su mirada económica. Nos cuestionamos, para la realización de una estrategia adecuada, cómo identificar cualitativa y cuantitativamente la pobreza. Independiente a cómo la medimos, o más precisamente a cómo la definimos, la pobreza está, y abunda, amarga, ya que es amarga, se hace presente continuamente, son personas que sufren, que sufren por la incapacidad de ser o tener, en lo humano o material, al menos lo mínimo que se necesita, lo dignificable.

Pero uno de los problemas de la pobreza, es su efecto permanentemente agobiante, en cuanto al efecto de tipo “círculo vicioso” que la acompaña. Peor aún es la situación de los ancianos que viven en esta condición, así como de las familias, donde uno de sus integrantes posee algún tipo de discapacidad. En estos casos, la pobreza se vive, o mejor dicho, se sobrevive, casi en la mudez de la impotencia, de quien poca esperanza ya tiene, pero centra su vida en el amor de su entorno, o en la Fe.

Discapacidad y pobreza, binomio complejo que es parte de nuestra sociedad, de nuestra comunidad, y que debemos hacernos cargo con la responsabilidad que merece. Por lo mismo, se requiere la figura de profesionales, claramente competentes, que apoyen, que solucionen, que alivien el vivir, que dignifiquen tal condición. Los profesionales universitarios deben poseer un enfoque de responsabilidad social, desarrollado tanto en el enfoque de sus planes de estudio, coronados por el perfil profesional, como en el ámbito académico que los forma, y donde los profesores y académicos tenemos un papel relevante.
Por lo mismo, el problema de la pobreza, no es un tema exclusivo de economistas, muchas veces centrados en lo “macro”, sino de todos los profesionales que, con la debida vocación social, con ese espíritu de hacer lo que Cristo haría, entregan a las personas la ayuda corporal, mental, e incluso espiritual, que les facilita sobrellevar su situación, o en su óptimo efecto, lograr una calidad de vida meritoria. Formar profesionales con orientación social, es uno de los desafíos actuales de la educación, cimiento de un país justo y en paz, que entiende y comprende que el crecimiento económico con pobreza, es sinónimo de desequilibrios que impiden lograr el tan anhelado desarrollo.