viernes, 30 de enero de 2009

Vacaciones

Tras más de once meses de negocios llegamos a nuestras tres semanas de ocio. Tiempo de recreo e inacción. Olvidemos el BlackBerry, el informe, el presupuesto, aquel complejo cliente, el que no pagó, el que creemos que no nos va a pagar, el empleado poco comprometido, el que no cumplió, aquella reunión, ese comité, etc. y todo aquello que fue tema laboral, y que más de alguna noche nos dejó sin dormir. Han llegado las vacaciones, y debemos saber cultivarlas.

Las vacaciones no hay que considerarlas como el momento del año para hacer todo lo pendiente, aquello importante que producto de lo urgente queda postergado: inscribirse en un gimnasio, ir a visitar a la tía soltera, realizarse los chequeos médicos pendientes, llevar a los hijos al odontólogo, comprender el beneficio tributario del Artículo 57 Bis, hacer la revisión de los 20.000 kilómetros al auto, ver las películas que no pudo ver, renovar la licencia de manejo, cambiarse de fondo en la AFP, terminar de leer aquel libro que incluso iniciamos durante las vacaciones pasadas, intentar cerrar una cuenta bancaria, comenzar un rompecabezas, pasar los videos familiares al formato DVD, entender qué es la televisión digital, leer las revistas sin abrir, revitalizar amistades, terminar unos sudokus, ordenar la bodega, etc.

¡No!, las vacaciones deben ser el tiempo para el ocio. Para ello, no hay mejor estrategia que olvidarnos de optimizar, de maximizar, de generar, de rentabilizar. En síntesis, debemos ser capaces de aprender a ser ineficientes.

Ser ineficiente es no considerar como variable crítica de una decisión el uso óptimo de algún recurso involucrado (tiempo, dinero, esfuerzo, etc.) Ser ineficiente se traduce en no buscar la fila más corta del peaje; no encender las luces a la señora que maneja por la segunda pista; ordenar el aperitivo sin pensar en el plato de fondo; llegar puntual a misa; llenar la tarjeta de embarque con tranquilidad y no de prisa escribiendo incluso sobre el mismo pasaporte; no ponernos de pie hasta que el resto de los pasajeros con sus bolsos de mano hayan abandonado el avión; olvidarse de tomar tanto tour; etc.

Ser ineficiente significa no exigir competencias laborales a los que nos rodean, es entender que no todos entienden un mapa, que no todos logran saber hacia donde está el norte, que no todos manejan el auto como uno, que no todos realizan llamados telefónicos por asuntos puntuales, que no todos los vendedores, meseros, azafatas, son tan eficientes como uno cree.

Ser ineficientes, es no aplicar al hogar principios y modelos empresariales, es no preguntar a la nana por qué no cumplió con el presupuesto asignado, ni al hijo por qué no cumple con el horario de colación, ni tratar de describir el puesto del jardinero, ni inventariar el closet de los niños, ni realizar una carta Gantt para mantener limpia la piscina, ni coordinar la lectura familiar del diario, ni preocuparse por la logística de los paseos del perro.

Por ser eficientes todos los días, debemos aprender a ser ineficientes y así disfrutar de los nobles momentos del ocio.

viernes, 23 de enero de 2009

Nueva Canasta del IPC

Si para calcular el IPC se requiere de una canasta de bienes y servicios que actúe como muestra de lo que consumimos, es lógico que cada cierto tiempo dicha canasta se actualice en función de lo que se dejó de comprar por aquello que hoy sí es gasto.

Por lo mismo, hace unos días Mariana Schkolnik en su calidad de Directora del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) entregó la información de la nueva canasta del IPC, y cuyos primeros resultados se entregarán en la primera semana de febrero, por la variación de los precios de enero.

Ésta considera nuevos productos tales como el ron y las hamburguesas, y quizás por lo mismo también los inhibidores de apetito; mientras otros bienes y servicios son retirados por su baja importancia en el consumo actual como los rollos fotográficos, los casetes y diskettes, y el arriendo de videos. Dichos cambios representan la evolución que ha tenido el consumo de las familias en la última década, puesto que fue en 1998 cuando se actualizó por última vez.

Pero junto con apreciar cómo productos entran o salen de la muestra, es interesante analizar cómo ha cambiado la proporción de los gastos de las familias. En tal sentido, se aprecia que la proporción del gasto en transporte aumentó notoriamente en casi 7 puntos porcentuales llegando a ser hoy un 18,74% del total, mientras que la proporción de los alimentos disminuyó en casi un 10% llegando a un 17,87% de la canasta.

Si se analiza los productos y sus ponderaciones, destaca cómo el consumo nacional se ha ido globalizando, por lo que en esta nueva canasta los productos importados tienen una mayor ponderación. Esto, se traducirá en que las variaciones en los precios internacionales y el tipo de cambio, afectará la canasta y con ella el IPC nacional. Por tanto, nuestro propio consumo hace que la inflación chilena dependa cada día más de la inflación mundial.

Lo anterior, se traducirá en que nuestra inflación estará más correlacionada a la economía mundial de lo que era hasta 2008, y obviamente cada vez será inclusive mayor dicho vínculo. Esto no es ni bueno ni malo, sólo es. Por una parte, no podemos alterar nuestro propio consumo sobre todo si estamos en una economía de mercado abierta, y cada vez más abierta, y por otra, tampoco podemos alterar la canasta de bienes y servicios para que los precios internacionales tengan menor importancia, porque sería sólo dañar el instrumento estadístico, y muchas decisiones económicas se basan en él.

Por lo mismo, la variación en la canasta de productos del IPC no representa otra cosa más que una mayor precisión en el trabajo estadístico. Lo que sí hay que considerar es que modificar o actualizar la canasta cada 10 años se traducirá cada vez en la utilización de una muestra menos representativa de la realidad ya que, por razones principalmente tecnológicas o de innovación, la demanda por ellos se modifica más rápidamente.

De esta forma, los cambios entre una canasta y otra serían menos notorios, y los efectos de la globalización serían incorporados más paulatinamente.

jueves, 15 de enero de 2009

CSI Chile

No me referiré ni a la más grande federación sindical del mundo (Confederación Sindical Internacional - CSI), ni a la agrupación separatista que lucha contra la Antigua República en la ficción de la “Guerra de las Galaxias” (Confederación de Sistemas Independientes - CSI), sino a la Crime Scene Investigation - CSI, la popular serie de televisión norteamericana.

En CSI, los detectives forenses deben realizar investigaciones que los conduzcan hacia la resolución de diferentes casos de homicidios. Tal ha sido el éxito de este programa, que existen tres versiones del mismo: CSI Las Vegas, CSI Miami y CSI Nueva York; con varias temporadas cada uno de ellos.

A fin de seguir logrando las preferencias del público, la serie cada vez contiene asesinos con características, motivos, razones y agravantes más singulares y retorcidos, pero finalmente no existe acertijo que el presupuesto ilimitado, la tecnología espacial, el instinto inequívoco no pueda dilucidar. Es que junto con disponer de la tecnología más avanzada, como la tenía su antiguo colega de ficción Batman en su momento, también poseen la habilidad innata de tener siempre el azar a favor, quebrando la impopular Ley de Murphy.

Homicidios, secuestros con muerte, cuerpos despedazados, todo lo oscuro es capaz de concentrar al equipo de investigadores que, sin tener vida personal, ni grandes cuestionamientos existenciales, resuelven todos los crímenes a medida que trascurren los capítulos de la llamada Serie de la Década, con rating en Estados Unidos superiores a los 20 millones de personas y en España a los 6 millones por capítulo, y que es transmitida por más de 60 canales en el mundo.

Al parecer, es de gusto masivo los guiones modernos de Agatha Christie. El suspenso, la sangre, y cada uno de los mórbidos descubrimientos y su investigación y deducción son atractivos para la audiencia. A tal punto, que esta serie ha generado una tendencia importante que ha producido variados otros negocios. La televisión es uno de los medios más influyente en la propensión de los mercados y por supuesto, de los nuevos negocios.

Tanto en Estados Unidos como en muchos países incluido Chile, muchos jóvenes vieron despertar su vocación por aprender criminalística, a tal punto que decidieron transformarla en su profesión. Por lo mismo, apareció variada oferta donde estudiar esta profesión con asignaturas tales como medicina forense, química, balística, toxicología, y que en Chile han tenido una compleja situación por el restringido y exclusivo campo laboral.

Pero además, esta tendencia CSI se ha traducido en el seguimiento, a través de muchos medios de comunicación, de diferentes crímenes que la realidad nacional nos ofrece, con todo tipo de coberturas, reportajes, y entrevistas, donde nos enteramos de la crueldad y barbarie de connacionales, algo así como nuestro propio CSI, ya que a diferencia de lo que vemos en la serie, aquí no es ni Las Vegas, ni Miami, ni Nueva York, son crímenes que ocurren en nuestras ciudades, en las calles y avenidas conocidas por todos.

Pronto, y quizás ya acontece, existirán programas de televisión especiales para dilucidar estos crímenes, con investigaciones pagadas por los propios programas de televisión para llegar a la verdad, un show televisivo donde seguro muchos de nuestros nuevos criminalistas tendrán un espacio como nuevos “opinólogos” del quebrantamiento del quinto mandamiento.

La exposición innecesaria de todos los detalles que rodean un homicidio, que también es un drama familiar, es producto del interés que el mercado está teniendo por estos asuntos, y que lamentablemente el sistema de medición de audiencia, y por ende de financiamiento de los medios de comunicación, fuerza a realizarlos.

Es de esperar que el mercado de los televidentes logre desarrollar el gusto por otro tipo de contenidos, o bien, que exista una fuerte autorregulación de la forma en que la industria de la comunicación enfrenta este tema, como muy bien algunos medios se plantearon ante la popular tendencia conocida como “farándula”.