En los años ’30 se conmemoraba el día del Mar. Con el tiempo se inicia la celebración del mes del Mar. Quizás como augurio de la importancia que cada vez más, nuestro océano posee para nuestro país.
Según muchos historiadores, el desarrollo de Chile, desde su descubrimiento español en el siglo XVI, estuvo alejado de sus costas. Chile siempre fue un país más de tierra que de mar. De hecho, nuestras tradiciones folklóricas están más apegadas al campo que a la costa.
Esta actitud de estar mirando hacia la cordillera de espalda al océano se puede comprender en los orígenes de nuestro país. Las poblaciones indígenas más relevantes, sea por su importancia, sea por su población, correspondieron a los mapuches, picunches, huilliches y pehuenches, todos del interior, mientras que los chonos y cuncos e incluso yaganes o alacalufes fueron más reducidos.
Esta opción por la tierra es potenciada, según algunos hombres de historia, por los mismos conquistadores y colonizadores, provenientes principalmente de Castilla y Andalucía, cuyas raíces son más de campo y de montaña.
La historia de Valparaíso está muy ligada a varias colonias, pero es la británica la que principalmente desarrolló la marina chilena. Hoy podemos apreciar cómo nuestros buques de guerra llevan de nombre el apellido de aquellos hombres de mar.
Viña en tanto, creció en torno a la línea de tren, con toda la zona poniente de la ciudad transformada en arenales y el sector norte como zona industrial. Mientras el porteño veía el mar alejado desde los cerros, el viñamarino se escondía de él en barrios como Miraflores, Chorrillos e incluso en quintas allá por El Salto.
Es que el Mar nunca ha ocupado el lugar de importancia que se merece en nuestra cultura nacional. Con tremendo litoral, Chile accede a sus 3.500.000 Km. cuadrados de mar, y con él a las tres cuartas partes del planeta cubiertos por agua. Como vía de trasporte, el Mar es paso seguro para muchos de los productos que consumimos, y como recurso natural es fuente de innumerables beneficios económicos.
No es difícil de imaginar la cantidad de personas que directa o indirectamente están vinculadas a nuestra costa: aquél pescador que lo veo retornar a tierra cuando voy camino al trabajo, los marinos mercantes que llevan nuestras exportaciones a destinos inimaginables, los buzos que realizan labores específicas, y en general, todos aquellos que disfrutan de deportes acuáticos, entre muchos otros oficios, profesiones, actividades y empresas vinculadas al Mar. Incluso artistas que han visto en él su inspiración, desde un clásico Somerscales hasta un romántico Neruda.
Pero el Mar es mucho más que todo lo anterior, es una fuente casi ilimitada de recursos que aún no descubrimos. Lo tenemos al frente nuestro. Algo frío por la corriente de Humboldt, pero lleno de sorpresas que nuestra rutina aún no dimensiona.
Hay que insistir que el futuro de Chile, y de nuestra provincia está en el Mar. Y lo insisto tres veces: Mar, Mar, Mar.