martes, 29 de abril de 2008

Mar, mar, mar

En los años ’30 se conmemoraba el día del Mar. Con el tiempo se inicia la celebración del mes del Mar. Quizás como augurio de la importancia que cada vez más, nuestro océano posee para nuestro país.

Según muchos historiadores, el desarrollo de Chile, desde su descubrimiento español en el siglo XVI, estuvo alejado de sus costas. Chile siempre fue un país más de tierra que de mar. De hecho, nuestras tradiciones folklóricas están más apegadas al campo que a la costa.

Esta actitud de estar mirando hacia la cordillera de espalda al océano se puede comprender en los orígenes de nuestro país. Las poblaciones indígenas más relevantes, sea por su importancia, sea por su población, correspondieron a los mapuches, picunches, huilliches y pehuenches, todos del interior, mientras que los chonos y cuncos e incluso yaganes o alacalufes fueron más reducidos.

Esta opción por la tierra es potenciada, según algunos hombres de historia, por los mismos conquistadores y colonizadores, provenientes principalmente de Castilla y Andalucía, cuyas raíces son más de campo y de montaña.

La historia de Valparaíso está muy ligada a varias colonias, pero es la británica la que principalmente desarrolló la marina chilena. Hoy podemos apreciar cómo nuestros buques de guerra llevan de nombre el apellido de aquellos hombres de mar.

Viña en tanto, creció en torno a la línea de tren, con toda la zona poniente de la ciudad transformada en arenales y el sector norte como zona industrial. Mientras el porteño veía el mar alejado desde los cerros, el viñamarino se escondía de él en barrios como Miraflores, Chorrillos e incluso en quintas allá por El Salto.

Es que el Mar nunca ha ocupado el lugar de importancia que se merece en nuestra cultura nacional. Con tremendo litoral, Chile accede a sus 3.500.000 Km. cuadrados de mar, y con él a las tres cuartas partes del planeta cubiertos por agua. Como vía de trasporte, el Mar es paso seguro para muchos de los productos que consumimos, y como recurso natural es fuente de innumerables beneficios económicos.

No es difícil de imaginar la cantidad de personas que directa o indirectamente están vinculadas a nuestra costa: aquél pescador que lo veo retornar a tierra cuando voy camino al trabajo, los marinos mercantes que llevan nuestras exportaciones a destinos inimaginables, los buzos que realizan labores específicas, y en general, todos aquellos que disfrutan de deportes acuáticos, entre muchos otros oficios, profesiones, actividades y empresas vinculadas al Mar. Incluso artistas que han visto en él su inspiración, desde un clásico Somerscales hasta un romántico Neruda.

Pero el Mar es mucho más que todo lo anterior, es una fuente casi ilimitada de recursos que aún no descubrimos. Lo tenemos al frente nuestro. Algo frío por la corriente de Humboldt, pero lleno de sorpresas que nuestra rutina aún no dimensiona.

Hay que insistir que el futuro de Chile, y de nuestra provincia está en el Mar. Y lo insisto tres veces: Mar, Mar, Mar.

lunes, 14 de abril de 2008

Calle Valparaíso

Nuestra ciudad de Viña del Mar ha tenido una serie de cambios. Muchos de ellos positivos como el mejoramiento del núcleo “Quince Norte”, pero otros, en cambio, no han tenido progreso alguno. Por ejemplo, la Calle Valparaíso sufrió, desde hace unos veinte años atrás, una transformación, o mejor dicho, un deterioro tremendo.

Nació como parte del camino que unió Valparaíso con Quillota. Grandes casonas y sus caballerizas fueron el inicio de su urbanidad. Posteriormente, se instaló un elegante comercio, propio de una ciudad balneario que recibía a veraneantes. Con el tiempo se transformó, no sólo en el centro comercial y financiero de la ciudad, sino además como paseo obligado de las familias.
En la década del ’80 era tradición ir a “taquillar” a la Galería Florida, acompañar a la mamá a comprar los ravioles en el desaparecido Gastronómico y aprovechar de tomar once con la familia en el Café Mirabel.

Con la aparición de centros comerciales dentro de la ciudad, y el desplazamiento de la población hacia Reñaca y Con-Con, la Calle Valparaíso se transformó en una serie de locales tradicionales pero con menos público y que comparten vereda con otros negocios menos refinados. Eso de día, ya que de noche sufre una transformación similar a los que la frecuentan. Los empresarios y locatarios, bajo el diagnóstico que la modernidad los perjudicó, trataron de hacer ciertas tácticas con tal de atraer público, todas con grandes intenciones y sin grandes resultados.

Pero la verdad, es que hay que confiar en la innovación. La Calle Valparaíso no podía seguir siendo lo que fue, ni tampoco puede continuar como está. Y es ahí donde aparece la pócima de la innovación. En clases, cuento la historia de Tristán e Isolda, quienes se odiaban hasta que, mediante un elixir, se juraron eterno amor. Es que todo puede cambiar de un momento a otro mediante una buena idea.

Considero que llegó el momento apropiado para realizar un potente cambio en esa zona de la ciudad. Eso sí, el comercio debe entender que no debe “competir” con los centros comerciales, sino que debe “complementar” a dichos lugares. Muchas cosas se pueden hacer, en la medida que sean pensadas como diferenciadoras de la oferta que las personas pueden encontrar en otra parte de la ciudad. Después de todo, Viña no tiene varios polos de comercio en su plan, sino que éste se convirtió en un gran polo comercial.

Adicionalmente, el llamado “par vial” Alvares-Viana se está transformando en una gran avenida, con altos edificios residenciales y diferentes comercios, que augura una plusvalía.

Es el momento. Los empresarios y locatarios deben organizarse, en conjunto con las autoridades municipales, para hacer un buen diagnóstico y una acertada estrategia. Hay que buscar un buen elixir, que haga de la Calle Valparaíso un lugar complementario a los demás, una buena pócima como la que tomaron Tristán e Isolda, y no concentrarse en ideas obsoletas que perjudiquen a nuestra Calle Valparaíso, como el brebaje de Romeo y Julieta, que hicieron de su historia, la peor tragedia de amor que las artes hayan concebido.

jueves, 10 de abril de 2008

Internet tiene memoria

El Marketing, entre otras actividades, utiliza bases de datos para comunicarse con los potenciales clientes y entregarles información sobre un bien o servicio que se adapta al perfil de la persona. Por tanto, es común recibir ofrecimientos de productos a través del correo tradicional, del e-mail de una llamada telefónica, por mensaje de texto al celular, entre otros medios.

Pero esta estrategia ha sido abusada por algunas compañías, y los consumidores se sienten molestos por sentirse invadidos de una publicidad que no solicitaron. Esta situación se ha traducido en un resguardo personal a los propios datos y a una actitud cuidadosa de cada uno de nosotros con entregar a terceras personas nuestra información de contacto.

Sin embargo, pese a que nos resguardamos de entregar nuestra propia información, en Internet estamos construyendo conocimiento aportando nuestra información personal sin precaver su posterior utilización. Internet se está convirtiendo en un depósito de información valiosísima para todos los que accedemos a ella.

Cuando queremos buscar información sobre una persona y referida a su estilo de vida (actividades que realiza, intereses personales y opiniones sobre diversos temas) la técnica más sencilla es ingresar a un buscador como Google o Yahoo e ingresar el nombre de la persona.

Si usted nunca ha hecho esta prueba, lo invito a fisgonear en la red. Búsquese o indague a alguien. Quizás encontrará que su nombre aparece en una opinión que dio a un diario, o en una escritura, en algún número del Diario Oficial, o en foros de Internet, o en un sinnúmero de posibles páginas. Es que Internet tiene memoria y mejor que la nuestra.

Esta indagación a través de Internet es tan antigua como los mismos motores de búsqueda. Lo que ha variado es su uso. Mientras antes era utilizado por las personas para buscar a otros con infinidad de propósitos, hoy es utilizado por las empresas como una interesante herramienta de selección de personal. Internet sirve a las empresas en la búsqueda de antecedentes no académicos, ni laborales, ni financieros, sino como indagador de un perfil vinculado más hacia descubrir las actitudes, los valores y las posturas mentales de los candidatos a un puesto.

Mientras nuestras conductas y actitudes pueden ser modificadas y mejoradas en la vida real, en el ciberespacio es muy difícil eliminar o borrar nuestro nombre de alguna página que hoy no nos represente. La acumulación de información útil, o la simple basura digital registrará nuestro paso por la Internet.

viernes, 4 de abril de 2008

Universidad y Empresa

En la actualidad todos tenemos un celular. Este invento tiene su origen en la década de los años ’40 e incluso antes. Sin embargo, fue en 1973 cuando Martin Cooper de Motorola fue a las afueras del edificio del competidor directo, AT&T Bell, y llamó por celular a Yoel Engel, el investigador de esta compañía. Esa fue la primera llamada por celular de la historia. Cooper le dice a Engel: “Asómate por la ventana”. Fanfarrón y presumido, Cooper demostraba a la competencia el liderazgo de su empresa gracias a la investigación.

Como esta anécdota, hay muchas otras producto de la I+D de las empresas. Labores que antes estaban radicadas única y exclusivamente en la Universidad, y que por diversas razones, y en el mundo en general, han implicado un distanciamiento entre los intereses de la empresa y la misión universitaria.

Plantear que la relación entre la Universidad y la Empresa es una opción es errar en la misión que la Universidad debe tener en la llamada “Era del Conocimiento”, y es pecar de orgullo para la empresa contemporánea. La vinculación entre ambas es vista hoy como una necesidad recíproca, al menos en las economías desarrolladas.

Es innegable sostener que una institución de educación superior debe formar personas e investigar, ambos ejes que actualmente delimitan el ámbito de la Universidad, ya que en la medida que existe investigación, el contacto que los alumnos tienen con la “materia” es mucho más enriquecedor, puesto que además el aprendizaje se da en una relación académico-estudiante concéntrico al desarrollo del conocimiento.

Sin embargo, desde hace un par de décadas que en el mundo desarrollado se ha venido discutiendo en torno a la misión que las universidades debiesen tener en el actual contexto mundial, puesto que se ha percibido un distanciamiento de la Universidad y el mundo empresarial. Se ha cuestionado el carácter limitante y restrictivo que posee la misión actual de la universidad. Se ha señalado, que a las actuales funciones tradicionales basadas en la formación de estudiantes y en la investigación debiese agregarse un tercer eje vinculado específicamente a impulsar la innovación y el emprendimiento, aspectos que tienden a complementar la relación actual entre la formación y la investigación.

Esta complementación se da en un ámbito sinérgico, puesto que la forma tradicional de investigación universitaria es concebida por muchos alejada de la empresa, de manera autosuficiente, sin la cooperación y la colaboración de las redes y agentes claves para la I+D+I que permitan la real creación de conocimiento aplicado y su adecuada transferencia.
Cierto es que no todas las profesiones u oficios requieren de una vinculación profunda entre la institución educadora y la empresa, pero la formación de los estudiantes en la mayoría de los planes de estudio debe generarse en miras de las necesidades de las empresas y no a espaldas de éstas, puesto que omitir sus requerimientos es concebir una idea de titulado, o perfil, desalineado con el mercado.

Por tanto, hoy se hace imprescindible que en las economías en desarrollo existan puntos de encuentro de Universidades y Empresas, como pilar de desarrollo, fomentando la investigación más aplicada, la formación en función a las competencias laborales y la colocación laboral. En ese sentido ASIVA juega un rol fundamental, ya que como institución asociativa es el espacio propicio para que tal vínculo fructifique.

Por tal motivo, la Comisión Universidad –Empresa posee el desafío de promover la integración entre las instituciones de educación superior y las empresas, a fin de incentivar la investigación con resultados mutuamente positivos, la adecuada formación en función de las competencias requeridas por el mundo laboral, y derivada de lo anterior, facilitar la colocación laboral de los titulados de nuestras instituciones en las empresas, nutriendo éstas en función a sus verdaderas necesidades.

El pensar que en un futuro esta Comisión deba ser integrada por representantes gubernamentales es más que realista: el fruto de la relación entre la empresa, la universidad y el estado puede ser, permítame la licencia, debe ser más fructífera aún, tal como se define en los países desarrollados como el “Modelo de las tres hélices”. Difícil es pensar en desarrollo económico sostenido y sustentable si Empresa, Universidad y Estado se mantienen distantes, sin la generación de espacios que fomenten la I+D+I para beneficio de la producción nacional y su gente.

Apetito Cultural

Hace un par de semanas, miles de personas intentaron conseguir una entrada para presenciar una función en vivo del compositor italiano Ennio Morricone, conocido mundialmente por componer música de destacadas películas. Pese a que su obra es más extensa que la conocida popularmente, sin lugar a dudas que el cine es la oportunidad de masificar sus orquestadas melodías.

La demanda por este espectáculo motivó a Celfin Capital, empresa organizadora del evento, a organizar una segunda función la que de igual forma acaparó el interés y dejó una gran mayoría de público fuera del espectáculo.

La gratuidad de este concierto se debió a que la empresa se acogió a la Ley de Donaciones Culturales, conocida también como Ley “Valdés” en alusión a su gestor Gabriel Valdés. La ley señala que cualquier proyecto cultural que una empresa desea acoger a este sistema debe ser aprobado por el Ministerio de Educación, lo que obviamente asegura que el objetivo cultural se cumpla.

Gracias a la misma ley, la Ilustre Municipalidad de Recoleta y su Corporación Cultural presentaron hace una semana el espectáculo de ópera: “Carmen: Pasión Gitana”, espectáculo que emocionó a cientos de asistentes. La obra, sin contar con una producción de ópera propiamente tal, fue capaz de lograr cautivar al público masivo.

Tanto Morricone como “Carmen: Pasión Gitana” son dos ejemplos del apetito cultural que existe en Chile. En tal sentido basta recordar grandes exposiciones de escultura, como la de Auguste Rodin hace un par de años, o de plástica, como la de Claudio Bravo en los noventa, para concluir que en Chile existe una expresa necesidad de apreciación de las más variadas expresiones artísticas.

La globalización, el desarrollo económico, la democratización del conocimiento podrían ser conceptos inspiradores de hipótesis para descubrir las razones de este verdadero renacimiento nacional.

Sin embargo, el centralismo obliga a las regiones a estar postergadas incluso en este ámbito. La actividad cultural en nuestra provincia es mínima. Se limita quizás, a los esfuerzos de la Universidad Santa María, a la gestión de la Fundación Lukas, a la Corporación Cultural de Viña del Mar, y así la lista no llegaría a más de diez, quienes se esfuerzan por impulsar la actividad cultural con calidad, a veces, sin el interés del público masivo.

Prueba de esto, es la muestra de la destacadísima pintora nacional Carmen Silva en la galería subterránea del Café “Enjoy del Mar”. Plástica de primer nivel como el cuadro “Homenaje a los Jaivas” que descansan colgados esperando al visitante ausente.

Este renacimiento del interés por la actividad cultural, debiese ser aprovechado por las empresas para, a través de la Ley de Donaciones Culturales, potenciar su imagen corporativa y contribuir a su entorno como su responsabilidad social lo indica. Por otra parte, este crecimiento en la demanda por cultura debiese ser aprovechado por los artistas, para su perfeccionamiento y competitividad, a fin de depurar la actividad artística de otras actividades tildadas de arte pero que distan de este concepto.